Fusión Azul

En esta ocasión les comparto las fotografías de uno de mis cuadros, y un breve escrito con respecto al cuadro, espero les guste.


Tú que te has visto reflejado en el canto de pasión,
Acompañas quebrantando la existencia de la experiencia,
No sabes estar conforme he intentas deslumbrar en explosión,
Casi hueca la esperanza y la razón, no hayas satisfacción.

Azul ves el día, que pasada la noche, azul volverá a ser,
Viviendo en rutina debes escapar de lo normal,
Normal ser, siendo y pudiendo ser,
Quien a su ves, te ves envuelto en la inmensa presión de escapar,
Y debes escapar en lenguaje impersonal.

Has estallado, cual nebulosa eres,
Nueva estrella,
No debes caer en recuerdos ni memorias,
Más seguir con lo que eres.

RafaGA



Fusión azul en HDR, con Barrido.

Fusión Azul, cuadro original.

Detalle de técnica en Fusión azul.

Detalle en técnica y borde.

Detalle en técnica y color.

Detalle de fusión en colores y técnica.


10 Discos Para Escuchar Antes Del Fin Del Mundo

Se acerca el 21 de diciembre del 2012 y, a menos que hayas estado viviendo en una cueva sin ningún medio de comunicación a tu alcance, sabrás que la gente supersticiosa ha creado una enorme gama de mitos sobre lo que pasará ese día. El más popular es el del Fin del Mundo, y una gran cantidad de gente pretenciosa se ha creído con la autoridad musical necesaria como para crear una lista de discos para escuchar antes del Fin del Mundo, y yo no me planeo quedar atrás.

Así que a continuación les presento mi lista, adaptada para que pueda agradarle al público en general.

10.- "Whatever People Say I Am, That's What I'm Not" - Arctic Monkeys


Lanzado en 2006, es el disco debut de la banda británica. Los Arctic Monkeys se clasifican dentro del estúpido y ambiguo género del indie rock, desmarcándose por un potente y rápido sonido. Inclusive Lars Ulrich, baterista de Metallica, los llegó a describir como una banda de heavy metal disfrazada de una de indie. "I Bet You Look Good On The Dancefloor" es el primer sencillo y es una buena probada de ésta obra:


9.- "Make Yourself" - Incubus


Tercer disco de ésta banda californiana, lanzado en 1999. Sus dos lanzamientos anteriores estaban un poco más enfocados en lo que alguna gente llama funk metal (véase Red Hot Chili Peppers con Frusciante), y en Make Yourself la banda logra un sonido más maduro y que se quedaría con ellos un rato. "Drive" es el segundo sencillo que se desprende de éste disco, y la canción más conocida de Incubus.


8) "El Camino" - The Black Keys


The Black Keys es una banda de Ohio formada en 2001. El Camino es su séptimo disco de estudio y con él han logrado estar en ésta lista. Es un disco perfecto para escuchar en carretera o con unas cervezas. "Gold On The Ceiling" fue el segundo sencillo del disco.


7) "Frances The Mute" - The Mars Volta


The Mars Volta es una banda de rock progresivo y experimental formada en 2001 en El Paso, Texas. "Frances The Mute" es su segundo disco y le tengo un gran cariño al haber pasado la prepa escuchándolo. El disco nos cuenta la historia de Vismund Cygnus, un joven con VIH positivo, drogadicto, prostituto y cuyo nacimiento fue producto de una violación. La historia de Cygnus se vincula a los asesinatos en Ciudad Juárez y en Puerto Rico y... mejor escúchenlo. "The Widow" es uno de los sencillos.


6) "Gorillaz" - Gorillaz


Gorillaz fue creado en 1998 por Damon Albarn. Todos conocemos a Gorillaz por utilizar una banda virtual como una excelente publicidad. Su disco debut fue lanzado en 2001 bajo el nombre de "Gorillaz" y, aunque Demon Days y Plastic Beach también son buenísimos, lo considero mi favorito de la banda. "Clint Eastwood" es una canción que seguro todos recuerdan.


5) "Ride The Lightning" - Metallica


El segundo disco de estudio lanzado por ésta legendaria banda de Los Ángeles. Las letras del disco tienen tantas peculiaridades que podría tardar horas hablando de ellas, pero me limitaré a hacer una breve selección. "Ride The Lightning" está escrita desde la perpectiva de una persona que está a punto de morir en la silla eléctrica, "For Whom The Bell Tolls" está basada en la novela de Hemingway del mismo nombre, "Fade To Black" habla sobre la historia de un hombre contemplando la posibilidad de suicidarse y finalmente haciéndolo. "The Call Of Ktulu" está basado en el cuento de Lovecraft llamado "The Call Of Cthulhu", pero Metallica decidió escribirlo mal porque, de acuerdo con la historia, escribir "Cthulhu" correctamente es hacer un llamado a la bestia de la que se habla en el cuento. Sin más preámbulo, yo los dejo con "Creeping Death" y espero escuchen el disco.


4) "Discovery" - Daft Punk


Creo que Discovery es de lo mejor que se ha hecho en lo que va del milenio. Es el segundo disco de estudio de éste duo originario de París. A la par de Discovery, hicieron la película de anime "Interstella 5555: The 5tory Of The 5ecret 5tar 5ystem", en la cual todas las canciones del disco son una parte de la historia. Son conocidos por sus increibles shows en vivo, y a continuación les dejo un fragmento de su disco en vivo Alive donde juntan "One More Time" y "Aerodynamic".


3) "Antes De Que Cuente Diez" - Fito y Fitipaldis

Fito y Fitipaldis fue creado en 1998 por Fito Cabrales, antiguo miembro de Platero y Tú. Es un grupo de blues rock proveniente del País Vasco. Sus letras van desde lo sucedido en Guernica el 26 de abril de 1937 hasta historias de amor y alcohol. Antes De Que Cuente Diez vio la luz en 2009 y es el último disco de estudio que han sacado. "Me Acordé De Ti" tiene una de las mejores letras que ha escrito Fito.


2) "Cripple Crow" - Devendra Banhart


Devendra Banhart es un personaje muy curioso. Hijo de una venezolana y un estadounidense que eran fieles seguidores de Prem Rawat (mismo que les sugirió el nombre "Devendra" para su hijo). Nació en Texas pero creció en Caracas, para luego ir a Los Ángeles a los 14 años, estudiar en San Francisco y acabar pintando, escribiendo y componiendo en París. Se le considera dentro del género del Psych Folk (véase Animal Collective) y es enorme, un genio. Cripple Crow es su quinto disco y, para mucho de sus seguidores, el mejor. Yo les dejo "Little Boys" como un adelanto.


1) "Led Zeppelin" - Led Zeppelin


El debut de la que yo considero la mejor banda de la historia. Lanzado en 1969, trajo consigo un cambio radical en el rock que se hacía en aquel entonces. Sin entrar en mucho detalle, es un disco que tienes que escuchar, junto con el Led Zeppelin II, el III y el que se ha dicho que es el IV (aunque en realidad ellos no le pusieron título). Tiene canciones como "I Can't Quit You Baby" y "Dazed And Confused", pero en general todas son enormes. Yo les dejo "Good Times Bad Times".


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Esa es mi lista de los "10 Discos Para Escuchar Antes Del Fin Del Mundo". No digo que sean los 10 mejores de la historia, pero si planeas morir el 21 de diciembre, es en lo que yo te recomiendo gastar tu tiempo. Saludos.

@untalroy

Un poco de HDR

Un poco de mi trabajo en una técnica llamada HDR (fotografía), espero les gusten.
Rafa GA
"Fusión Azul"        Rafa GA


"Soumaya"       Rafa GA

"Titanes"  Rafa GA

"Lava Azul"    Rafa GA
"MUAC"         Rafa GA
"Agua"        Rafa GA



La amante del Túnel


Nos enamoramos de las ideas, no de las personas. Alguna vez escuche a un amigo decir esta frase, pero no le había prestado la atención necesaria, pensaba que sólo era un comentario inútil que se le había ocurrido para romper el hielo en alguna conversación. Pero el día de hoy me di cuenta de toda la razón que tenía, me enamoré de una idea, un ideal, no de una persona real. Me había enamorado de la mujer que creé en mi imaginación y no de la que en realidad tenía enfrente, de la que me agarraba de la mano y me decía que me quería. ¿Qué me llevó a esta situación? ¿En qué momento deje de diferenciar entre lo real y la ficción? ¿En qué momento la puse en un pedestal y de manera obstinada me negué a bajarla de éste? No sé. No lo sé. No sé ninguna respuesta a estas preguntas, lo único que sé es que esto no es justificación alguna para lo que estoy por hacer.

Muchos me han dicho que soy terco, que simplemente me obsesiono en obtener lo que busco sin importar el costo que esto signifique. Esto es cierto de alguna manera, muchas veces mis obsesiones son injustificadas y exageradas, lo admito. Pero, es que ella era como mi obra de arte, una escultura, una pintura, que ya estaba terminada, perfecta. Y que no podía sufrir cambio alguno. Exactamente eso es lo que más odiaba de ella, su terquedad de alejarse de mí, de mi ideal, de arruinar mi pintura. ¡No lo podía permitir! Era mía, sólo mía, ni siquiera de ella.

Desafortunadamente para ella, nunca entendió con claridad esto. No podía quedarme de brazos cruzados mientras ella, la mujer real, mataba lentamente a mi mujer ideal. Por eso era necesario matarla, tenía que morir para que pudiera seguir viviendo en mí.

-Me es completamente irrelevante tu obsesión con el Túnel de Sabato. Cuándo entenderás que es sólo un libro, un cuento, una idea en la cabeza de alguien. No es real y nunca lo será, sólo es tu fantasía- Me dio una cachetada en la mejilla que logro que me comiera mis palabras. Se fue, azotando la puerta a su partida. Se fue. El eco de sus golpes no dejó de retumbar en mi cabeza toda la noche, me volvían loco. Esa fue la última vez que la vi. Nuestra última discusión, nuestra última conversación, nuestro último contacto. Ese día fue el día que decidí cual era su destino, mi destino.

Dejé de buscarla, de verla, de hablarle, mientras planeaba su funesto destino.  La empecé a seguir una semana antes de la fecha indicada. Algo había cambiado en ella, sus ojos ya no tenían vida, parecían muertos y eso ocasionaba en mí un inmenso deseo de acabar con su vida. Su rutina era similar a la del día que la conocí. Departamento, cafetería, universidad, librería, supermercado, departamento. El mismo ciclo rutinario todos los días. Esta era la misma vida que había idealizado de ella, perfecta. Pero sus ojos, había algo desagradable en sus ojos que me decía que había cambiado. Y sobre todo, lo que más me impresionaba era el hecho de que no le importara mi desaparición momentánea, después de lo mucho que decía que me amaba.

Su vida era tan idéntica a cuando yo no estaba, a cuando la conocí, como si yo hubiera sido un punto de inflexión en su vida, como si lo que hubiera cambiado mi imagen ideal de ella fuera yo … ¡Tonterías! Qué tonterías estoy diciendo, yo no la puedo cambiar, ella cambió sola, por su culpa, porque quiso, yo no tuve nada que ver con ese cambio.

Así pasaron los días de esa semana, ella con su vida normal, con los ojos muertos y yo pensando por qué cambió tanto si era tan perfecta, y sobre todo, por qué quiso arruinar a mi mujer ideal.

Llegó el día marcado en mi calendario. La esperé en la esquina de su edificio. Cuando la vi salir de su departamento me quedé tan sorprendido que por poco olvido la razón que me tenía parado ahí, esperándola. Se veía hermosa, como nunca antes. Sus gruesos labios rojos, rojo sangre, su pelo ondulado bajando por sus hombros, hermosa, simplemente hermosa. Se veía tan libre, se movía tan libre, como si estuviera bailando con su destino, en un baile sensual, con movimientos sumamente vivos, hasta que vi su cara de frente, sus ojos, sus ojos muertos me veían. Unos ojos muertos, apagados. Como si en realidad estuviera muerta, muerta por dentro y todo esa belleza y vitalidad que su andar irradiaba fueran sólo una fachada, un engaño del cual yo era su objetivo. Sabía que la quería matar, pero ya estaba muerta y no quería que yo lo supiera. Siempre me engañó, siempre lo supe, siempre jugó conmigo y hacía que hiciese todo lo que ella quería. Estaba decidido, todas las dudas se habían disipado. Hoy moría.

La seguí, me adelanté hasta la cafetería, esperando su llegada. No entró, pasó de largo con rumbo hasta la universidad. En la entrada principal la esperaba su amiga, con un café. Al parecer su amiga estaba interfiriendo con mi plan, arruinándolo. El resto del día siguió su curso normal, de acuerdo a lo planeado, ella asistiendo a sus clases y yo contando las horas para poderla tener entre mis brazos y lograr mi cometido. El profesor de su última clase no llegó, me encontraba emocionado y ansioso al pensar que mi plan se llevaría a cabo antes de lo planeado. Pero no, como siempre ella estaba arruinando mi felicidad, queriendo a alargar su vida un poco más. Se sentó en el jardín de la universidad, sola. Esperando para poder seguir con su rutina, esperando para que yo pudiera seguir con  mi plan. Y así paso la hora y media que duraba su clase, ella sentada en el pasto fumando un cigarro, seguido de otro, de otro, de otro. Mientras sus ojos muertos miraban a la nada. Yo estaba sentado en una banca mirándola de espaldas, viendo como su vida se le escapaba en forma de humo, en espirales, en círculos, alejándose de ella, desapareciendo lentamente en el cielo, confundiéndose con las nubes. Las personas llegaban y se iban, hablaban con ella, como si hoy fuera cualquier otro día en el calendario, como si fuera cualquier día normal, como si en las próximas horas no le fuera a pasar nada a esa mujer.

Salimos de la universidad a paso constante con rumbo a la cafetería, olvidándonos de la librería y de la rutina de todos los días. Entramos y nos sentamos en extremos opuestos de la cafetería, en el centro se encontraba un pseudo poeta recitando a Sabines. Nunca aparté mis ojos de ella, no podía permitirme el lujo dejar de admirarla, mucho menos hoy que se veía incomparablemente bella.

Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua.
Su piel sobre mis huesos
y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto muchas veces
al pie del alba.

La vi llorando, escuchando a ese cuasi poeta rendirle un pseudo tributo a Sabines. Había ordenado un expresso doble cortado, raro, ella no acostumbraba a tomar café por más que ésta fuera una de sus bebidas favoritas. Tomo lentamente su expresso, parecía disfrutarlo más que lo que disfrutaba la vida misma.

En la sombra estaban sus ojos
y sus ojos estaban vacíos
y asustados y dulces y buenos
y fríos.

Allí estaban sus ojos y estaban
en su rostro callado y sencillo
y su rostro tenía sus ojos
tranquilos.

Ella estaba esperando, mientras tomaba su café estaba esperando. Agarró una servilleta y empezó a garabatear sobre ella, estaba escribiendo. Terminó de escribir, terminó su expresso, pagó la cuenta y se fue. ¿Qué había en la servilleta? Ella no estaba esperando a alguien, ni había hablado con persona alguna. Sólo estaba yo, acaso era yo el destinatario del mensaje en la servilleta. No pude contener mi curiosidad, me levante y fui directo hasta su mesa. Agarre la servilleta y la leí.     

¿Podemos enamorarnos de una imaginación? Quiero decir, del producto de la imaginación, no de la imaginación en sí. Es tan absurdo como muchas veces en nuestras cabezas creamos mundos donde superamos todos nuestros temores y creamos una realidad alterna donde todo nos es posible. Pero al mismo tiempo hacemos este ejercicio con las personas, jugamos a conocer extraños, los creamos, jugamos con ellos y en el mejor de los casos nos enamoramos. ¿Acaso es posible amar una ficción? ¿Amar una novela? Esto es algo que nunca sabremos que tan cierto es, pero lo que sí podemos saber con certeza es que sólo aquella imagen que vimos fue suficiente para crear un mundo alterno, donde preferimos vivir.
Lo único que amado en la vida es una novela, un cuadro y a ti.
J.P. Castel

Leer esa nota me lleno de una rabia absurda. ¿Quién era Castel? ¿Por qué le escribiría esa nota a él? Salí corriendo de la cafería a buscarla, había empezado a llover y la ciudad ya se encontraba acogida por los brazos de la oscuridad, las bestias que se esconden de la luz ya habían despertado. Mil demonios corrían por las calles buscando sus victimas de la noche. Yo era uno de ellos. No la encontré bajo la lluvia, había desparecido. Corrí junto con la lluvia hasta el edificio donde ella vivía.

Mi cara era una mezcla de lágrimas y gotas de lluvia iluminadas por la luz de una sola ventana. Su ventana, la única ventana iluminada en la oscuridad de esta noche. Era una luz tenue casi imperceptible, pero que me mostraba el camino hacia ella. Apreté el cuchillo con mi mano derecha y me dirigí hacia la terraza de su balcón. Entré en su dormitorio, ella estaba frente a mi durmiendo, con la cara iluminada por su lámpara de noche. Estaba tan tranquila, tan hermosa, tan ideal. Se veía exactamente como la mujer de mis sueños, aquella mujer que fue alguna vez pero que ya no era más. No podía dejar que esta mujer real siguiera matando a la mujer de mis fantasías. Le enterré el cuchillo en su pecho.

Sus ojos se abrieron, pero ya no eran los ojos de hace unas horas, de hace unos días, estos ojos estaban llenos de vida, mucho más vivos que cuando los conocí, más vivos que la primera vez que posé mis ojos sobre ellos y ellos se posaron en mí. Levantó la cabeza y se acercó a mí – Te amo, gracias. No lo hubiera logrado sin ti, muchas gracias- Y me besó, me besó como nunca antes me había besado. Con mi mano izquierda sobre sus cabellos la aleje de mí, miré sus ojos vivos, sus labios rojos y la apuñale repetidamente con rabia, una rabia que desbordaba mi cuerpo. Hasta que cerró sus ojos, hasta que se apagaron.

Después de que consumara el ritual para poder conservar a la mujer amaba fue que me percaté que me encontraba en su cuarto y que nunca antes había estado en él. Al pie de su cama, colocado de una manera que fuera lo último que viera en la noche y lo primero que encontrase su vista al alba, se encontraba un bastidor con un cuadro. En la tela, en primer plano se encontraba una mujer que miraba jugar a un niño, pero arriba, a la izquierda, a través de una ventanita se podía ver una playa solitaria y una mujer que miraba el mar, lo miraba como si estuviera esperando algo, algún llamado. Algo. El ver la escena de la ventanita del cuadro causaba que me invadiera un profundo sentimiento de soledad, de espera, sin saber qué es aquello que estaba esperando solitariamente. Esto es lo que ella veía todas las noches, pero para qué. ¿Qué es lo que estaba esperando? ¿Para qué ver todas las noches el mismo cuadro, que causaba ese terrible sentimiento de soledad y de búsqueda?

Mientras mi cabeza se llenaba de estas y otras dudas, miré su tocador, al pie de  su espejo se encontraba una foto, una foto nuestra en blanco y negro. Era del día que nos conocimos. Tenía algo escrito al pie de la foto – Pablo Castel y María Iribarne por siempre juntos.  - ¿Qué significaban esos nombres?

Esta noche había traído más dudas que soluciones ¿Por qué me agradeció cuando la estaba matando? ¿Qué relación tenía ella con el cuadro al pie de su cama? ¿Por qué nuestra foto tenía esos nombres? Ya no me encontraba seguro de si al matarla había logrado preservar a mi mujer ideal o si la había ayudado a que se acelerara la destrucción de mi mujer ideal. ¿Había logrado mi cometido o era una pieza más en su juego que la había ayudado a cumplir su meta? Cuando me di cuenta mis ojos estaban llenos de lágrimas y me costaba respirar.

Me acerqué a su cuerpo inerte, empuñé con mi mano derecha el cuchillo, dispuesto a sacarlo de una vez de su pecho, cuando me llamó la atención un libro que se encontraba en su mesa de noche, al lado de la lámpara que tenuemente iluminaba el cuarto, el único cuarto con vida de todo el edificio. Era el Túnel de Sabato, su novela favorita. Dejé el cuchillo y agarré el libro. No era un libro viejo pero el uso lo había gastado hasta los extremos, las tapas y las orillas estaban sumamente gastadas, tuve que abrirlo con cuidado ya que parecía que estaba a punto de desojarse, de morir. De todo el libro sólo una página estaba separada de las demás, tenía una pequeña tira de lienzo que la señalaba. En esa página estaba una frase subrayada a lápiz, con una fina y perfecta línea: “Y usted cree que esto es una casualidad, pero no es una casualidad, nunca hay casualidades”.    

Callar a los niños



Ordenó a los niños que terminaran la lectura y salió del salón.
La migraña era insoportable.

Su nombre era Margarita, de profesión maestra. En sus clases mantenía un silencio sepulcral, el terror que infundaba y del cual se enorgullecía, se debía a su instinto de saber quién estaba pegando un chicle en el banco, quién había copiado, quién susurraba. Nada escapaba de su visión omnipresente. 

Fue directo al baño. Se refrescó la cara, la respiración jadeante y, con la cara todavía mojada, levantó la vista para mirarse en el espejo. No negaba el peso de los años, sabía que irremediablemente llega el momento de caer; pero ahora que solo le faltaban unos meses para jubilarse, no reconoció su propio rostro. No. Esa no era ella, la del espejo era otra mujer rendida. 

-¡Haga silencio!

Los gritos de Daniel permeaban punzantes hasta lo profundo de su cabeza, hervían sus sesos, licuaban su cerebro como hierro fundido.

Lo mandó a la dirección. Al otro día aparecieron los padres de Daniel pidiendo una cita con la directora, estaban ofendidos por el "regaño excesivo hacia su hijo". Margarita sentía la cabeza partirse en mil pedazos, ustedes no saben lo que es el dolor de la náusea que carcome hasta el aturdimiento.

Los días siguientes podrían haber transcurrido con normalidad, si no fuera por ese zumbido que la atravesaba cada vez que entraba a clase. No había forma de callar a los niños, de a ratos emergían sus gritos como punzadas agudas y luego cesaban. El psiquiatra la había subestimado, no quería reforzar la medicación porque no sabía tratarla, ¿qué caso tiene creer en alguien que no te puede curar?.

«Daniel no se callaba.»

Tuvo una tregua de tres semanas, creyó que la extraña conexión entre Daniel y sus migrañas había cesado, hasta que ese martes justo antes del timbre de las cinco, las voces emergieron desde todos los rincones de la escuela, le gritaban desde adentro, ¿o desde afuera? la migraña se expandió desde la frente hasta la nuca. Su visión empezó a nublarse y las piernas cedieron al peso de su cuerpo, se recostó a la pared con la mano derecha, no iba a desmayarse por una migraña, intentó urgar en su bolso «¿Dónde carajos las dejé?». Las pastillas no estaban.
En frente, tres niñas la miraban con indiferencia.

 Alicia, la directora, sabía que, antes de asumir la dirección de la escuela, Margarita se había ausentado unos años de la docencia por problemas psiquiátricos. Nunca quiso preguntarle detalles; además, en una escuela pública ¿a quién le importa?.

Margarita no fue a clases por unos días. Alicia le propuso tomarse la licencia que fuese necesaria. "No te preocupes, lo más importante es tu salud, Margarita." 

Fue insoportable. Los días que se tomó de licencia la sumieron en una depresión insalvable; dejó de ir al psiquiatra, perdió días enteros en la cama, contempló la trayectoria de las ramas de los árboles dentro el marco de la ventana y reforzó su medicación con antidepresivos. Los gritos de Daniel emergían, diariamente, en la cocina, en el baño, en la sala. «No puedo más...» 

A tres días de volver a clases, y luego de una semana de noches intranquilas, lo entendió «Ellos querían enloquecerla. La clase entera... ».

Iba a terminar con esto.

La directora se alegró al verla de regreso. Una mujer tan sola como Margarita, con sus problemas depresivos y los achaques de la edad, se merecía una licencia generosa. Ese día comió con los otros maestros, algo raro tratándose de Margarita, se saludaron amablemente, la vio serena. No cabe duda que se había recuperado. 

-Hoy haremos un examen -anunció la maestra Margarita. Me acompañaran hasta la sala audiovisual, los llamaré de a uno.
-Daniel, vos vas primero.

La maestra tomó su bolso y salieron de la clase, atravesaron el largo pasillo hasta la sala audiovisual. Cuando estuvieron adentro trancó la puerta. 

-Nadie nos puede escuchar ahora -dijo con tranquilidad mientras sacaba el revólver del bolso. Le apuntó a la cabeza.

Regresó a la clase por el siguiente alumno y dejó las llaves arriba del escritorio.

Cuando la directora entró a la sala audiovisual por la grabadora, abrió la boca de par en par y se llevó la mano a los labios. No pudo gritar.
Ahí estaba la maestra Margarita y, en la esquina de la sala audiovisual, yacían los cuerpos inmóviles de doce niños amontonados. Sus uniformes blancos salpicados de sangre sobre un entrevero de brazos y piernas, los hacía verse patéticos. 

Los hubiese matado a todos si la directora no hubiera entrado. Margarita se acercó y le puso la mano en el hombro. 

-Tenía que callarlos, Alicia. Pero siguen gritando... 






Mediodía

Es mediodía. Siento el banco frío que esperó meses por alguien que lo acompañara; en frente, la gente espera el bondi de las doce treinta. Grises sendas atraviesan la vereda. Es invierno. Un montículo rodeado de palomas, ramas esqueléticas y unos tímidos rayos de sol dibujan la Plaza Fabini. Un viejo dice, para su sobretodo «¡El día, qué hermosura de día!...». El agua de la fuente cae, resbala, sueña, fresca. Y una paloma abandona el montículo de hojarasca, para mirarme con la nostalgia de los días de verano. 



¿No lo ves?



¿Que no hay que insistir ni preguntar
más de la cuenta. Que las cosas
se dan solas y que me pareces perfecta,
aunque rayes la locura, que perfuma
y abraza mis ganas con ganas pues
muero por seguirnos conociendo?

Pero con cuidado, ¿qué no ves?
¿que si te dijera todo nos 
quedaríamos sin misterio?
¿Que la ausencia de curiosidad
puede a veces peligrosa
resultar,
cuando ésta es provocada por
nosotros mismos?

¿No ves que la duda es el disfraz
predilecto del amor?
¿Que al llenarte de respuestas te
vacías de preguntas y
que exagerar siempre es malo
cuando con fuego se juega?

No te quemes por cuidarlo demasiado, por favor,
ni dejes que muera por temor a quemarte.
Sé que el fuego no es eterno,
¿pero no ves que por eso es hermoso?
La vida no es vida sin contrastes:
Quien ama a todos no ama a nadie*,
quien vive para siempre nunca vive.

No cometas, te digo,
el error que todos cometen:
pretender dominar lo indomable.
Intentar perfeccionar lo imperfecto.

¿No ves que por eso es perfecto?



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* Frase de Antonio Porchia, Voces.

Breves Instrucciones Para Tomarme De La Mano

Sandra, pasar estos días a tu lado es algo único. Conviertes cada día en una nueva aventura; en una nueva preocupación. No sabes lo que expresiones mías como "ya, tranquila" o "por el amor de Dios, estate quieta, mujer" significan. Brincas de un lado a otro, te tropiezas y ruedas por el pasto, y todo siempre lo haces sonriendo. Te levantas y vuelves a aventurarte en eso que, de alguna manera que aún no entiendo, le llamas vida. Y tal vez esa sea una de las razones por las que me gustes tanto: eres tan torpe.

Esto no es una revelación para ti, es algo que comprendes bastante bien (mejor de lo que pudiste haber entendido a Bergson cuando lo leímos hace un par de meses). Tienes una manera muy peculiar de tomarme de la mano. Parece que, a tus veinte años, sigues sin entender cuál es el procedimiento a seguir para obtener un resultado satisfactorio del ritual de entrelazar los dedos. Por eso, me encomendé la tarea de redactar un pequeño texto titulado "Breves Instrucciones Para Sandra. Tomo 1: Procedimiento A Seguir Para Tomarnos De La Mano":

Paso 1: Debes mirarme de reojo y muy disimuladamente. El acto debe realizarse como un ataque sorpresa, de lo contrario el resultado puede variar dando lugar a uno contraproducente. 

Paso 2: Si, al mirarme, me encuentras en un estado muy severo de desconexión-con-el-mundo, debes de llevar tu mano muy lentamente en dirección a la mía. De preferencia debes buscar mi mano derecha, no la izquierda. La mano izquierda es para los hombres de moral debil y resentida.

Paso 3: Teniendo tu mano a unos escasos 3.73 centímetros de la mía, debes darme un fugaz beso en la mejilla. A partir de éste instante, tendrás 2 segundos EXACTOS para buscar la palma de mi mano y contraponerla a la tuya. Contar segundos es fácil, una inteligente mujer me enseñó que en lo que tardas en decir "un cocodrilo" pasa un segundo, y en lo que dices "dos cocodrilos" pasan dos segundos. Y así es como, al contar cocodrilos, se te puede ir la vida. 

Nota del autor: lo de contar cocodrilos ha sido comprobado empíricamente en un gran número de ocasiones. Aquí no somos hippies ni estamos para juegos.

Paso 3 bis: Hay una ligera posibilidad de que, al llevar a cabo el paso 3, te hayas tardado más de 2 cocodrilos en encontrar la palma de mi mano. De ser éste el caso, proceder a hacer el amor inmediatamente sin más preámbulo.

Paso 4: Al tener las manos empalmadas, un movimiento natural debe de llevar nuestros dedos a entrelazarse. En esto seré muy estricto y no habrá lugar para excepciones: teniendo tu mano sobre la mía, deberás observar el fenómeno que está teniendo lugar con el sentido de las agujas del reloj  (o sea, de izquierda a derecha) y el ordenamiento de los dedos debe de comenzar por tu dedo pulgar y terminar por mi dedo meñique. En caso contrario, debes huir. Lejos.

Paso 5: Con el acto de entrelazar los dedos ya consumado de manera correcta, debes mirarme a los ojos y sentir que has hecho un buen trabajo. Proceder a seguirse enamorando.

¿Lo ves? No es tan difícil. Podría elaborar instructivos para todas las cosas que eres demasiado torpe como para hacer correctamente, pero tu torpeza es un ingrediente que me vuelve un poco más amena la existencia y que encuentro adorable. Por ejemplo, podría enseñarte a pintarte los labios con el rouge que es más de mi agrado, o a caminar como tus padres deberían de haberte enseñado. Pero el hecho de que seas tan torpe te ha convertido en la Maga que estuve buscando, y en la Annabel Lee que poco a poco voy amando. Parece que estoy condenado a aceptar tu torpeza y a contagiarme de ella un poco.

Pero eso sí, me parece inadmisible que no sepas tomarme de la mano.

De vez en cuando hay que dibujar


Autor: Iker Bargas
Técnica: Pastel





Comentarios: El cuadro ganó el tercer lugar en un concurso cuyo nombre no recuerdo organizado por el Tec de Monterrey. Y pues nada, me agradó la idea de publicar algo que no fuera literatura de vez en cuando. ¡Saludos!

La vida y su cariz de letanía.

Construimos extenuantemente una vida de arena cerca del mar. Enarbolamos civilizaciones enteras con sus grandes castillos y torres flanqueadas por grandes muros que serán habitadas por golems del más banal de los carices. 

Nos vanagloriamos y orgullecemos de nuestro trabajo logrado a lo largo de siglos de esmero. Ilusos profanamos la arena que nos vio nacer al mezclarse con la espuma de mar, olvidando que la marea también se cansa de la pedantería de los sublevados. Y cuando las olas con su ímpetu de mar golpeen nuestras murallas, con fútil esfuerzo nos aferraremos a la tierra que erróneamente subyugamos.

Al final que alcancemos el escarpado, al borde del abismo descubriremos la debilidad de nuestros hechos. Y reconoceremos que lo más loable que logramos fueron las reminiscencias de un vago eco que marcó el compás de nuestra poca melodiosa travesía que acaeció en este insoportable flujo de tiempo.

Del joven sin nombre que jugaba a ser artista...

ESCENA INNECESARIA.- INT. CUARTO OSCURO

[A1 llega a su cuarto tras ver a C1 con el che en los tacos]

NARRADOR: Al llegar aquella noche, escribió en la servilleta con la que se limpió la sangre de sus labios partidos.


La añoranza de tus labios ausentes
y el sangrar de los míos,
me demuestran que el sueño de tus besos
no era nada más que eso: un deseo.

Un deseo que quedará en el olvido,
o en el recuerdo
de aquellas noches en las que todavía
era posible soñar con tus besos.

Me encantaba soñar con tus besos…


NARRADOR: A la mañana siguiente, sentía la boca seca. Creyó que era porque la lengua de ella estaba en la boca del pibe. Pero se mentía; solamente estaba crudo.

 [Solía confundir los síntomas físicos con los emocionales. Pobre infeliz… siempre jugando al artista.]

Mirando Cuadros

"Vos sos como un testigo, sos el que va al museo y mira los cuadros.

Quiero decir que los cuadros están ahí y vos en el museo,
cerca y lejos al mismo tiempo.

Y yo soy un cuadro." *

Buscar refugio, permanecer alejado. Evitar las cosas, renunciarlas. ¿Por qué molestan tanto las cercanías, intimar con las personas? No lo sé, pero por esa razón mantengo mi distancia, me escondo. Huyo, renuncio, evito, a veces sólo me oculto. Vivo de imágenes y no creo poder empezar a hacerlo de sensaciones, de mujeres, de amistades.

Todos somos ilusiones, existencias efímeras y, casi siempre, sin sentido. Las cercanías nos asesinan, nos someten a una forma de degeneración del individuo y su amor propio. Yo no puedo conformarme con esto, no puedo sentar cabeza y aceptar las cosas. He ahí la razón por la que vivo para sentirme fuera del tiempo de los demás (y usualmente lo estoy). La vida para alguien puede ser un ciclo, o una línea, o un espiral; para mí es un acecho externo. Una observación desde fuera: la contemplación de los individuos y los estados de cosas como meras obras de arte. Como cuadros, para ser más precisos. Mi vida es un museo.

Hoy estuve con una amiga. Entre las tazas de té y las bromas durante la preparación de la comida surgió un tema parecido al que intento tratar en éste texto. Ella me decía que renuncio a las cosas (personas, situaciones, es lo mismo) sin importar el grado de felicidad que pueda alcanzar a través de ellas por culpa de un estúpido sentimiento de culpa que me impide amar o disfrutar. Partiendo de ésta premisa, la discusión comenzó a centrarse en la huida a las mujeres, el alejamiento de ellas cuando las empiezo a sentir como cercanas. El momento en que ese individuo pasa de ser una mujer a un mero cuadro.

¿Por qué ésta transformación accidental del ser a la cosa, de la mujer al cuadro?

La respuesta puede no ser sencilla, y tal vez no me alcancen las letras para describirla. El punto es que es inevitable comenzar a amar a una mujer, tarde o temprano pasará. El amor trae consigo un aburrido ritual de cortejo que puede tener como culminación una relación, mero sexo o un distanciamiento real y definitivo (aunque también hay una variable de distanciamiento temporal). Y la relación puede ser hermosa, el sexo magnífico y el distanciamiento sublime, el problema es cuando uno de estos tres resultados nos somete a un estado de miseria mental. Pero esto últimamente ya no me pasa. Antes no encontraba el camino si no llegaba alguien que me tomara la mano y lo recorriera conmigo, ahora ya no necesito ese camino porque los cuadros siempre se mantienen en su mismo sitio. Si no tengo que moverme, si no tengo que realizar el recorrido, puedo evitar todos los estados de miseria mental y sólo dedicarme a contemplar. Los cuadros están ahí, y yo sólo observo. En algunos puedo ver a Sandra buscándome y encontrando mi mano sobre la suya, y en otros puedo ver a Mariana buscando saciar el deseo que mi estado actual me impide ayudarle a satisfacer. Y tal vez sea mejor así. Si Sandra es sólo un cuadro nunca podré lastimarla. No habrá malentendidos, no se tomarán las cosas en serio, no habrá amor.

Y quizás sea ese mi objetivo: evitar el amor cueste lo que cueste. Porque esas banalidades no caben en mi museo, donde simplemente me dedico a vivir desde fuera. Evitar el contacto con todos para ahorrarse los protocolos sociales y las mujeres que se enamoran de uno sin importarles lo hijo de puta que pueda llegar a ser. No es mi culpa, y tal vez tampoco la sea de ellas: de las Marianas y las Gabrielas. Porque en mi empresa por evitar el amor puede haber un par de mujeres consideradas como bajas accidentales en ésta guerra entre los sentimientos y yo.

Por eso los cuadros de Sandra son los únicos que tengo colgados; los otros se pierden con el paso de los días. Es ella la única que me importa, y la única a la que no veo como un medio para terminar con mis impulsos pasionales. A veces me gustaría poder meterme en su tiempo, sumergirme en sus cuadros y contarle la historia del hijo de puta que se enamoró de ella. Y tal vez luego haga un cuento de eso.

*Julio Cortázar, "Rayuela", Alfaguara, primera edición,  México DF,  2011,  pp. 34

Red and yellow


“Its matter of time”,
sorrows of grave,
troubles thy mind,
while thy body felt this expense,
from thy head to thy shank.

“She’ll get to know,
I think she might,
might know”.
Puzzles over riddles,
talking nonsense,
while the mirror spoke…

Tic – toc, tic – toc,
time, timekeeper.
Clock, clock ,
palpitating monody.
Wonders runic music of the night.

Tic – toc, tic – toc,
tis runic ditty,
goes on and on,
as thy thoughts surcease.

As thoughts of fore – bemoanèd moan are foregone,
Thoughts for red and yellow become players of the roll.

Each player shall do thy part
for what thou shall strive to mend,
talking nonsense, but keeping fay,
on patience perforce with willful choler meeting.

Rafa G.A.

Detalle, Azul sobre rojo

Red and yellow

Olas rojas

Ninguna Es Sandra

Mariana duerme abrazada a mí. Puedo sentir su respiración como un alma que bombea satisfacción a partir de cada latido de su corazón. Su cuerpo desnudo irradia un calor que me gusta, y es una mujer hermosa. Pelo castaño oscuro, ojos grandes y poco pelo en los brazos. Me derrito un poco sobre su pelo y le beso la frente, pero no la amo. Tenemos sexo como dos profesionales, sin sentimientos, puros impulsos pasionales. Basura terrenal que no me sirve de nada.

Recorro toda su piel con la punta de mis dedos, una ardiente caricia que no tardará mucho en volver a activar el deseo. Cumplo con el ritual en modo automático: las caricias llevan a los besos, los besos al juego y el juego al grito que se escucha hasta la planta baja del edificio. De nuevo dormir y tal vez volver a tener sexo al despertar, porque es lo que todo mundo debería de hacer a primera hora del día. Y ésta es la aburrida rutina que cumplo de vez en cuando, hacer gritar a muchas Marianas mientras sigo enamorado de Sandra. Amándola pero también renunciándola.

Huir de Sandra y brincar de una realidad a otra, derribar los puentes que hace mucho construí. No lo hago porque no la ame o haya dejado de hacerlo, sino porque ella es la Maga que tanto tiempo estuve preguntándome si encontraría, sin estar listo para hacerlo. A veces veo a Sandra parada delante de mí, lista para saltar a mis brazos y hacerme caminar sobre el paisaje de la luna con sus besos. Pero los paisajes no se pintan de la noche a la mañana, y menos aún cuando no estoy listo para aprender a caminar sobre ellos.

Por eso pierdo el tiempo con las Marianas; con ellas sólo se trata de satisfacer pasiones. No hay lunas que me inciten a enamorarme: sólo pequeños astros luminosos que se consumen en el fin de cada acto. Pero, ¿cómo explicarle a cada Mariana que ella no es Sandra?

Y ese es el problema de cada fin de semana: no importa si son Marianas o Gabrielas... Ninguna de ellas es Sandra.

Domingo


Me llama todos los domingos; nunca lo planificamos, es una rutina natural. Cuando cae la tarde sé que me va a llamar y, desde lejos, sabe que la espero. Preguntamos lo más importante "¿qué tal tu día?" y nos contamos las cosas simples, que son las más valiosas. Ella sabe que entre "¿estás bien?" y "tengo examen el martes", hay abrazos y recuerdos. Entrelíneas, siempre hay un "te quiero" y un "te extraño, mamá".



El Hambre

Abril, la gata maullaba. Ángela sintió un regocijo. Abrió las cortinas de la ventana y vio un atardecer color rojo sangre; recordó su último periodo. Regresó a la cama, se tiró exhausta, se volvió a levantar; tenía un hambre insaciable. Fue a la cocina y antes de abrir el refrigerador recordó lo que le decía su abuelo: las niñas sanas no comen, dicho difundido desde el terrible suceso que aconteció el tres de abril de 1876: el inicio del contagio. En San Cosme comenzó el terror. 

Fue una de esas cosas que suceden de repente, como el hambre que acechaba a Angela y la sensación de que algo se movía en sus entrañas. Todos sabían lo que estaba por venir pero nadie estaba preparado. Vomitó un poco dentro de su boca, saboreando el jugo gástrico entre los dientes. Un mareo la tumbó en el suelo por horas. Se arrastró al baño, nunca llegó. La cosa la acompañó desde el primer día. Desde 1876 la muerte se instauró en el vientre de cada mujer de su linaje.

El terror emprendía el viaje desde su refugio a la única vía de escape. A escasos metros de la puerta sobrevino una vorágine de dolor. Quería morir, matarse, comerse. El olor a sangre incrementaba junto con su hambre insaciable. El deseo de poner su mano entre sus piernas era incontrolable. Eran dolores de parto. Gimió, gritó, rasguño el suelo; las paredes manchadas de sangre. Salió la cosa.

El veintiocho de abril de 1878 en la colonia San Cosme, a media noche, se encontraba Gabriela jugando a caminar sobre el abismo de las banquetas. Fue rápido; un hombre europeizado, joven y simpático se acercó a ella. Jugaron un rato. Se entendieron con facilidad, Gabriela se arrepentiría. Gritó, lloró, sangró. El hombre también lloraba, el acto lo privó de toda humanidad. No sólo marcaría su vida; la cosa seguiría latente, pasaría a su hija, las hijas de sus hijas; y Ángela desangrándose en su cuarto.

La luz de la luna iluminó su pálido rostro, y una mueca de dolor le recordó el hambre incontrolable. La cosa se retorcía a centímetros de su sexo. No podía pensar, el dolor la paralizaba. El hambre, El hambre. El hambre. Y la cosa iluminada por la luna.

El hambre. La cosa. El hambre. La cosa. El hambre. La cosa a la mano, la mano a la boca. El fin del hambre. El pasado en el vientre. Silencio.




Mayo, la gata maullando.

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Resultado de un ejercicio con tintes dadaístas. Por Fausto Friedrich, Adolfo T. Fraginals y Rodrigo Martínez un 31 de octubre.

Deshacer


Iba a escribir sobre vos
pero no lo haré

porque soy un buen tipo,
porque mantengo la cordura,
porque no le temo
a mis pasos
cuando avanzan,
porque digo adiós
y no hasta luego

Ni funeral
ni llantos
ni suspiros

Creo que el poeta
tiene razón,
la culpa es de uno,
cuando no enamora,
y no de los pretextos,
ni del tiempo.  




Tertulia de Tocador


"¿Cómo saben los ciegos si tienen la cola limpia?"
Sofía


-Volteá al otro lado, me gritó Sofía. Casi instintivamente, voltié. Subió las escaleras de su cuarto, un sótano; y con zozobra, cual sigilo felino, cruzó el patio en bolas hasta el baño; que ahora sí tiene puerta.
Como ustedes imaginan, si bien no las vi, pude escucharlas.
-¿Cómo saben los ciegos si tienen la cola limpia?, gritó desde el baño. 
-¡Lo sienten!, replicó Daniela desde el sótano. 
-¿Tú lo sientes?, preguntó Sofía. 
Escuché el toser que no es toser, prrrf prrrf, esa jugarreta del esfínter. Luego de pedorrearse a gusto, nos embriagó con un silencio abismal. Pero su plegaria cortó el silencio y nos sacó de aquel sopor profundo. 
-¿Dani, te puedo pedir un favor? ¿me puedes pasar papel?, preguntó Sofía 
-¡Por qué nunca vas con papel!, gritó Daniela.
-¡Tú tampoco lo llevas! pero yo te lo subo siempre, con gusto, porque me alegro de saber que tu colita va a quedar bien limpia -argumentó Sofía-; que ya estaba sentada en la intimidad. 
Luego de un suspenso atroz, cuando la compasión se vistió de desesperanza, suplicó:
-¡Por favor! está oscuro y se me va a secar.
Y luego silencio.

Recuerdo que una vez Sofía me dijo: "los pedos tienen corazón de viento"; hoy, ellos le pasaban la factura.
En ese instante supe que su suerte estaba echada al destino, pero preferí callar. Luego la esperanza iluminó a Sofía. 
-¡Encontré una toalla!, gritó.
-¡Ya ten!, respondió Daniela -la toalla era suya y debía ser protegida-
Subió galopando las escaleras y, cuando miré, muy sigilosamente, ahí estaba el reluciente papel esperando las nalgas desesperadas de Sofía. 
Cuando la celulosa pasó por la rendija, cual caballo de Troya, supe que Sofía se embriagaba de alegría y se sumía en éxtasis; al fin podría despojarse de los monstruos tristes de su cuerpo.