Yo sólo sé que de vez en cuando
me nace ese sentimiento. Por fuera
muchos lo confunden con pereza, pero la pereza es más bien un capricho. Yo creo
que hay algo más ahí, confío en que debe haber algo más ahí. El problema es que
no sé lo que es, no sé cómo llamarle ni cómo afrontarlo. De hecho, a veces yo
también le llamo pereza para que la gente no vea más allá. Para que dejen de
joder y no se metan conmigo.
No sé cómo llamarle, pero tal vez
lo puedo describir. De cierta forma es eso que sientes cuando vas manejando
durante una noche lluviosa y sabes que te falta poco para llegar a casa. Estás muy
cansado, tienes sueño y tal vez te duele la cabeza, sin embargo te sientes tan de esa manera que, por más cansado que
estés, no quieres llegar a casa. No sabes por qué pero te gustaría estar así durante
una cantidad indefinible de tiempo. No disfrutas la noche ni la situación en sí,
pero tampoco te molestan. Lo único que sabes es que no quieres llegar. Quieres
evitarlo porque sabes que llegar implica seguir. Y no sabes muy bien lo que
implique seguir, pero por el momento no quieres averiguarlo. Sintiéndote así,
entumecido, vas manejando lentamente. Pensando y sintiendo eso de lo que hablo.
Notas que este tal vez sea tu
momento para descansar, y notas que no lo habías notado antes. Por el momento
te conforta sentir lo que sea que estás sintiendo, así que evitas razonar. Sin
embargo tarde o temprano empiezas a pensarlo, es inevitable. Sabes que en algún
momento tendrás que bajar del coche y cuando eso suceda, la lluvia te incomodará
sin que hagas nada al respecto, pues no te importa. Te empaparás mientras intentas
buscar a oscuras las llaves para poder entrar a tu casa. Tendrás que subir las
escaleras con ese cansancio que te
entumece, quitarte algo de ropa para ponerte otra que no huela tan mal o que
por lo menos esté seca y, finalmente, acostarte. Te acostarás en tu cama,
apagarás las luces y sentirás aquel dolor de cabeza una vez más, palpitando,
recorriéndote.
Una vez acostado pensarás en todo
lo que tienes que hacer mañana, al día siguiente y al día siguiente. Visualizas
la semana, visualizas el mes, pero no vas más lejos. Temes ir más lejos. Entonces
deseas dormirte, pero cuando lo estás logrando te vuelve a pasar: igual que
cuando no querías llegar a casa, ahora te das cuenta que, a pesar del
cansancio, no quieres dormir. Sabes que dormir implicará despertar y volver a
comenzar con todo, (una vez más visualizas ese
todo). Piensas en lo incómodo que te resulta el hecho de seguir. Te das cuenta
que el cansancio te gusta porque es el momento del día en que no tienes
que estar haciendo lo que tienes que estar haciendo. Así que con todo y dolor
de cabeza, notas que te sientes cómodamente entumecido. Quieres dejar todo en pausa y vivir -o dejar de vivir- durante
ese ratito en el que descansas no descansando. Como si fueras un pedazo de
papel que se levanta con el viento y que desea permanecer así, flotando.
No sé cómo llamarle a eso que siento, así que lo describo lo
mejor que puedo. Es aquel sentir que siempre se aparece cuando manejo durante esa noche lluviosa. Lo mismo siento
cuando despierto los domingos por la madrugada y cuando termino un examen de
matemáticas. Lo siento cuando tengo pero no tengo a la chica que me gusta y
cuando sé que debo ignorar el dolor de cabeza. Ese deseo de seguir y no seguir
al mismo tiempo. Esa sensación de querer rendirme aunque al final tal vez no lo
haga, (porque igual lo puedo hacer mañana).
No me suele pasar, pero de vez en
cuando me nace eso, que se confunde
con pereza, pero es algo más, pues la pereza no puede ser tan complicada. No
estoy transmitiendo tristeza ni frustración al respecto, si lo has entendido
así, entonces no lo has entendido. No me estoy quejando de nada. Soy una
persona feliz y mi vida, al igual que la tuya, no es más complicada que la de
los demás. Eso hay que tenerlo claro.
Sencillamente pienso que tal vez
solo sea la señal que te da tu cerebro para que te detengas y medites tu
situación, pues muy de vez en cuando uno tiene que parar la rutina y cuestionar
lo que sea cuestionable. Sentir eso
es lo que evita que nos volvamos robots, o que hagamos algo que en realidad no
queremos hacer. Yo qué sé, uno supone.
Entonces me habla Roy:
- ¿Vas a publicar hoy?
- No lo sé.
- ¿Qué haces?
- Nada, pensando en mi cuarto.
- Pues me avisas.
- Ok.
(Y bueno, ¿por qué no
escribirlo?)
cuando leo este tipo de cosas es como si platicara contigo en vivo, que chido que escribieras sobre esa sensación que todos sentimos, pero que tu sientes en exceso y que pink floyd la hizo canción
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