Hubo una noche en la que me sentí tan solo
que no pude evitar volver a hacerlo.
Sabía que haciéndolo no ganaba nada,
pero finalmente me venció la nostalgia.
Aquella noche no pude resistirme,
y mis impulsos lograron derrotarme.
Abrí un buen vino,
y mojé la pluma con las lágrimas del tintero.
Sobre un espacio en blanco
comencé a rendirte cierto tributo.
Describí lo que alguna vez fue,
a través de versos que podrían derrumbarte.
Las letras tomaron posesión de mi cuerpo,
y les expliqué nuestro amor como un relato.
Un relato inconcluso, debo decirlo.
Los finales nunca fueron de mi agrado.
Y aquel espacio en blanco me absorbió,
y me mostró lo que llevo dentro.
Todo se volvió rosa, me envolvía.
Tal vez era por las lágrimas que derramaba.
Y fue aquel espacio rosa
el que, bueno, me demostró que no me importas.
Ya no me importa tu tristeza, ni tu alegría,
y mucho menos que sonrías.
No me importa si eres, o si eras,
y mucho menos si serás.
No me interesa si realizas algún logro,
tu indiferencia ha hecho que se radicalice mi ego.
El rosa es el nuevo negro,
asi como la virtud es el olvido.
El color de mis lágrimas pronto te habrá desterrado
de volver a ser la razón por la que escribo.
Hubo una noche que me sentí tan sólo
que me atreví. Sí. Me atreví.
Busqué tu recuerdo dentro de mí,
lo saqué de mi cabeza y lo puse en el tintero.
Estas lágrimas rosas son lo que queda de ti.
Restos de lo que alguna vez fue,
producto de la indiferencia de lo que ahora es.
Pero el olvido es eterno, y más eterno no podría ser.
Estas lágrimas rosas son lo que quedaba de ti.
está muuuy chido :)
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