La importancia del deporte

De vez en cuando hay que leer el periódico o ver el noticiero, creo yo. Y de vez en cuando lo intento hacer. Hace rato estaba leyendo algunas secciones y artículos de cierto periódico mexicano en internet y llegué a uno que me pareció bastante interesante. Es un artículo que habla sobre por qué no ganamos medallas en los juegos olímpicos ni mundiales de futbol y cómo repercute esto en la educación. Dada la trascendencia que le encontré, Lágrimas Rosas pidió permiso para postearlo en este blog porque, al final, la información valiosa creo que debe difundirse.

Si no te gusta el deporte, querido lector, no te preocupes, no sólo habla de eso. Además, considero que todo mexicano (y latinoamericano en general) debería saber lo que se expresa en este artículo, a manera de estar un poco más informados.

Si por el contrario, te gusta el deporte, creo que lo encontrarás muy interesante.

Saludos…

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Deporte, ciencia, sociedad: por qué no ganamos
Imaginemos un país en donde cada escuela preparatoria tuviese un equipo de futbol. Después, que en cada ciudad de cada estado de ese país imaginario, hubiese un campeonato entre los equipos de futbol de las preparatorias. Sería para tener el campeón de la ciudad. Que cada equipo tuviese un entrenador graduado de la Escuela Normal Superior en “educación física” y cursos de especialidad en futbol. Podrían ser muchos exfutbolistas. Que los equipos campeones de cada ciudad jueguen un campeonato para sacar al campeón estatal de futbol. Que de ahí se saque la selección estatal con los mejores jugadores. Y que al final, este país imaginario, tuviese un campeonato nacional de futbol con todos los campeones estatales. Que los medios lo difundieran y le dieran importancia. Que la cantera para la selección de futbol sub 17 saliera de los mejores jugadores de ese campeonato. Que las canteras de los equipos profesionales busquen de ahí parte de sus fuerzas básicas.

Sigamos imaginando. Que los mejores jugadores, una verdadera selección, tuviesen beca asegurada para entrar a la universidad de sus estados. Y que ahora este país imaginario tuviese un campeonato colegial interuniversitario y nacional de futbol. Que los entrenadores a este nivel sean entrenadores acreditados. Imaginemos la audiencia que este campeonapo tendría en los medios masivos de comunicación. Imaginemos que del seleccionado de los mejores jugadores de este campeonato interuniversitario salga la cantera para la selección sub 20 así como las canteras de los clubes semiprofesionales y profesionales.

Imaginar y soñar no cuestan nada. Así que sigamos. Imaginemos que después de haber seleccionado a lo mejor de lo mejor a nivel nacional, la liga profesional saca de ahí a sus mejores jugadores. Llega entonces el momento de cumplir con su cometido a la ciencia y a la tecnología, sacadas de las mismas universidades con gran capacidad de investigación e instalaciones. Que nutriólogos, kinesiólogos, médicos del deporte, fisiólogos, bioquímicos y psicólogos sigan caso por caso a cada miembro del seleccionado nacional. Que a cada uno le digan cual es su problema al patear el balón, que a cada uno le digan, de acuerdo a su especialidad (carrilero, defensa central, medio de contención, de ataque, creativo, delantero, etc.) y después de ver sus actuaciones, qué músculos tiene que trabajar, cómo llegar en óptima condición física y psíquica, como perfeccionar sus habilidades, como entrenar para evitar lesiones. Seguido de mediciones tales como consumo de oxígeno en reposo, durante el máximo esfuerzo, capacidad aeróbica, acumulación de ácido láctico y otros metabolitos, gasto cardíaco, masa muscular, lípidos en sangre, ecocardiogramas, etcétera. En otras palabras, dejar a los mejores aún mejor. Talento más ciencia es igual a eficiencia. Esto ya se hace se me dirá. La diferencia estaría en que estaríamos siguiendo a los muchachos desde la preparatoria, generación tras generación.

Le pregunto amable lector, ¿tiene límites su imaginación?, yo creo que no, así es que yo no voy a parar. Este país imaginario haría lo mismo para cada deporte, no sólo el futbol. Tendría muchachos y muchachas practicando basquetbol, beisbol, carreras de velocidad y de fondo, casi cada muchacho y muchacha estaría practicando un deporte, por la sencilla razón de que este imaginario país considera que el deporte es parte integral de la educación. Como en la antigua Grecia, paradigma de occidente.

¿Educación? Pues claro, el civismo, el verdadero, el que se usa todos los días, el que disminuye realmente los niveles de corrupción, el que hace que los ciudadanos tengan respeto por la ley, no se aprende leyendo la Constitución, aunque es recomendable, tampoco oyendo peroratas en un salón de clases. El verdadero civismo, la civilidad, el ser ciudadano, en fin, la civilización, se aprenden jugando un deporte: Qué es una falta, qué está permitido, qué es un juez o arbitro, qué son las reglas, por qué son necesarias, por qué hay que respetarlas, por qué hay árbitros o jueces, por qué hay que respetar sus decisiones, qué significa competencia limpia, ni más ni menos lo que forma el verdadero cimiento de toda la cultura democrática. Todo esto se aprende rápido y bien, en la práctica, jugando un deporte.

Lo que acabo de describir no es una utopía. Esa infraestructura deportiva existe en muchos de los países con los que competimos. Los países más poderosos con los que competimos lo tienen claro.

Ahora imaginemos un país que no tenga una infraestructura deportiva decente: fallará en todo eso que el deporte enseña. Su deporte será presa de estructuras corporativas y amafiadas ligadas a los poderes económicos fácticos, tales como “las confederaciones” y las “televisoras”. Aun que se tengan buenos jugadores, estos se seleccionaron entre unos cuantos, no entre todos los talentos potenciales del país. Se desperdicia la ventaja de tener más habitantes. No se seleccionará muchas veces a los mejores si no a los “apalancados”. Su deporte enseñará a los ciudadanos lo contrario a la competencia limpia y el respeto a las reglas: “rudo y cursi”. Ahora le pregunto a Usted, estimado lector, ¿cuál de los dos países cree que ganará el campeonato mundial? Adivine.

Cuando un padre le llevó su hijo, un chico problema, a Theodore Samuel "Ted" Williams, para pedirle un autógrafo, dice la leyenda que a la queja del padre, el famoso Ted respondió: “¿quiere hacer de su hijo un caballero? dele un bate de beisbol.” La “enseñanza por competencias”, tan de moda hoy en día, hace mucho que se practica durante el proceso enseñanza-aprendizaje de cualquier deporte aunque no se le llamara así.

¿El deporte parte de la educación integral? Pues sí. Junto con la educación artística, los deportes hacen hombres y mujeres íntegros, esto es, que aparte de la educación especializada que cada quien tiene que obtener para ganarse la vida, ser ingeniero en…, ser experto en…, ser especialista en…, hay una educación que todos tienen que tener para poder formar una sociedad civil fuerte, para poder tener líderes de primer nivel que puedan trabajar en equipo y comunicarse. Otro día hablaremos del arte y la cultura, por razones obvias, y en previsión de la enésima frustración que se avecina, hoy toca hablar del deporte.

Mente sana en cuerpo sano. ¿Qué pasa con el país que no invierte mayor cosa por tener una infraestructura deportiva decente? Obesidad infantil, comida chatarra, mucho consumo de refrescos con azúcar, diabetes. Le será difícil ganar medallas en las olimpiadas. Los costos en los sistemas públicos de salud serán cada vez más estratosféricos, miles de veces mayores que lo que hubiera costado tener la infraestructura deportiva decente. Le será difícil ganar campeonatos mundiales de lo que sea. Su gente vivirá, como dijo Samuel Ramos, en un continuo complejo de inferioridad y tenor autodenigratorio, siempre admirando al extranjero y lo extranjero. Lector, compara ese triste país con el primero, pero no para autodenigrarte, compáralo para estar consciente `e que tenemos un mal gobierno y unas instituciones defectuosas, nada más. Pues no somos inferiores y te lo voy a demostrar. ¿Qué deporte está organizado en nuestro país a la manera que describimos arriba? El Tae Won Do. Gracias a que los coreanos vinieron y lo organizaron a nivel nacional e internacional para nosotros. Un regalo. Gracias Corea. Y qué tal, en ese deporte sí ganamos medallas. La infraestructura no la costea el gobierno, sino los padres de familia que llevan a sus hijos a las escuelas de Tae Won Do. Tenemos cientos de esas escuelas. Un ejemplo de sociedad civil independizándose de un gobierno inepto. Solo al final, entra el CEDOM a hacer de las suyas y dejarnos ver, a veces, hechos penosos, como que fulano tuvo que pagarse el viaje él solo, y nos trajo una medalla.

Tampoco hay que olvidar que, a nivel infantil y juvenil sí hemos ganado campeonatos mundiales: uno de futbol y varios de beisbol. ¡Imaginemos que no haríamos si contáramos con la infraestructura deportiva adecuada a nivel nacional!

Ahora imaginemos un país colonizado mentalmente: el único deporte verdaderamente organizado a nivel universitario y nacional es el ¡futbol americano! O sea, de que se puede se puede, pero qué terrible, ninguno de los deportes más populares tiene el mismo nivel de organización. ¿Por qué el futbol americano sí? Si el lector hace un ejercicio mental y contesta esa pregunta se explicará cantidad de cosas acerca de cómo se estructura el poder en México, de por qué tenemos la desigualdad que tenemos, del egoísmo y racismo de la élite. Digámoslo sin ambages: ¡se terminó haciendo dos ligas!

¿Pero educación integral? ¿No es algo exagerado? Bueno, aparte del civismo mencionado más arriba, hacer un deporte te enseña a trabajar en equipo, a saber que tu trabajo, en tu posición, es esencial para que tu equipo sea ganador, y que por lo tanto tienes que entrenar y trabajar para rendir al máximo. Si lo haces bien, la autoestima sube al cenit y lo más importante: nunca te abandonará. Si todos tus compañeros hacen lo mismo y si tu entrenador elije la estrategia adecuada, es más probable ganar. Cada quién tiene que hacer su papel lo mejor que pueda en el equipo. Y si pierdes no hay problema, pierdes consciente de haber hecho tu mejor esfuerzo. Aquí es importantísimo saber que no perdiste porque hubo “chanchullo”, en cuyo caso, tu visión de la vida cambiaría de manera radical.

Si no viviste todo esto, es decir si nunca jugaste algún deporte, vas a necesitar muchísimas conferencias de “estructura organizacional”, de “liderazgo” y “competitividad” para poder hacerla en la futura compañía o institución que te de empleo. Si sí jugaste un deporte, todas esas conferencias en los hoteles de Polanco no tienen que enseñarte nada, ya sabes cómo. Claro que si logras triunfar en la política no necesitarás nada de eso en este país, sólo te perjudicará y creará culpas cuando te sirvas con la cuchara grande, haciendo de tu país, un perdedor.

Para lograr ese aprendizaje, desde la Grecia antigua hasta nuestros días, no tienes que ser campeón, ni ser de los seleccionados mencionados más arriba. Ellos, los campeones, formarán las canteras de los equipos que luego serán profesionales o que irán a las Olimpiadas, pero no se necesita ser uno de ellos para aprender todo lo anterior, si no que basta jugar algo alguna vez en la vida. De alguna manera, en los países que sí tienen una infraestructura deportiva, la élite empresarial aprende qué significa una “inversión de largo plazo” y para qué sirve la “educación pública” por la que pagan impuestos, asiste de manera directa a la formación de ciudadanos. Esto los hace más propensos a hacer inversiones de largo plazo en otros rubros, tales como ciencia, tecnología e innovación. Grandes donaciones se destinan a las universidades norteamericanas, por ejemplo. El país colonizado importará las transmisiones de los campeonatos colegiales del otro país, pues él no tiene.

El deporte profesional de buena calidad es un gran negocio, el deporte no profesional forma personas que sabrán trabajar para mejorar sus compañías, instituciones y gobiernos, forma muchos ciudadanos que saben por qué es mejor seguir las reglas y qué significa vivir en un Estado de Derecho. El deporte organizado es una de las evidencias fácticas a favor de las teorías políticas contractualistas. Cada vez que nace o se organiza a nivel nacional un deporte, hay una especie de “Contrato Social”. La mayoría de los deportistas escolares no serán nunca deportistas profesionales, aunque sí serán gente que sabrá trabajar en equipo para el bien de su empresa o de la institución que los empleé. Sabrán qué es la competencia limpia aunque nunca deje de haber corruptos. Cuando menos cuando los atrapan están conscientes de que hicieron trampa.

En el deporte profesional cada equipo es una empresa y los jugadores son “especialistas” en jugar ese deporte. Los demás, que tenemos otras “especialidades”, y trabajamos en otras cosas, sabemos que el deporte es sólo una metáfora de la vida, cada uno aprendimos lo que sabemos hacer y vivimos de ello tal como lo hacen los deportistas profesionales. Así como a un arquitecto o a cualquier profesional o trabajador se le admira por lo bien que hace su trabajo, así también se admira a los deportistas profesionales, o a los artistas profesionales, sean virtuosos de un instrumento musical, sean escritores o actores. Claro, algunos deportistas y artistas se convierten en “estrellas” sociales. Son mucho más admirados y alcanzan mucho más fama que los ingenieros o los científicos, aunque estos últimos obtengan el Premio Nobel. El deporte siempre ha formado parte del espectáculo. Una piedra guarda los nombres de los campeones olímpicos del año 776 a.C., aún admiramos a Fidias y su lanzador de disco.

¿Cuánto costaría tener una infraestructura deportiva decente y libre de corrupción? Desde el punto de vista del capital, casi nada. Tenemos, virtualmente, todo lo necesario. Costaría menos que las camionetas nuevas de los diputados y los aviones de los gobernadores, pues básicamente se trata de organizar competencias. Los campeonatos universitarios de varios deportes tendrían audiencia en los medios masivos de comunicación; he ahí una fuente de ingresos económicos para las universidades. ¿Por qué entonces no hemos intentado la susodicha infraestructura? Quizás lo hayamos intentado. El problema está en lo de “libre de corrupción”. No sé cuánto costaría, pues la corrupción es parte de un círculo vicioso social parecido al de la pobreza: “no puedo actuar de otra manera pues no se actuar de otra manera”. Aquí viene la micropolítica, un concepto similar a la microeconomía: en cada nivel de organización tiene que haber un balance de poderes, pesos y contrapesos y rendición de cuentas. Saber de esto sólo puede obtenerse a base de la educación. Una organización fractálica o modular de minicontratos sociales a todos los niveles. Hasta sorprende que otros países ya la tengan, es más, que sepan que nada puede organizarse sin pensar en eso: la autogestión, la auto-organización, la cooperación. Otra solución no se me ocurre. El no estar conscientes de eso es quizá una de las causas del fracaso en un país donde todavía hay “acarreados” y cualquier demagogo hace historia.

Y sin embargo hay otra razón para no tener una infraestructura deportiva decente y libre de corrupción. Aunque odio las teorías conspiratorias, en este caso me temo que se trata de evidencia sólida: la razón es porque mucho tiempo vivimos, y quizás todavía lo hacemos, bajo un régimen que: a) no le interesa que la gente se auto-organice, no le interesa tener una sociedad civil fuerte, le tiene miedo. Todo tiene que canalizarse mediante estructuras corporativas y líderes charros o clientelares; de ahí la versión mexicana de las “confederaciones”. El mismo atole con el dedo se le ha dado a toda forma de auto-organización ciudadana y b) nuestra cobertura universitaria es precaria, nuestros atletas no salen, en gran medida, del sistema educativo formal. Esto es otra acepción de la llamada “informalidad”, característica de las economías con fallas estructurales tales que, no pueden proporcionar educación y empleo a aquellos que los demandan. Para solventar ese problema, muchos países decidieron hacer de sus equipos escuelas, a nivel juvenil. El equipo Pachuca es nuestro ejemplo, en imitación a los clubes argentinos. Otra solución es que los equipos sean verdaderos clubes, no la propiedad de alguien, esto es, sociedad civil auto-organizada, con socios que compran gran parte del boletaje y pagan cuotas y cuyos hijos asisten a las fuerzas básicas del club. Algunos equipos eran así, hasta que llegó un poderoso y se los agandalló. El régimen corporativo siempre inhibió todo lo que pudo ese tipo de organización social: “si se organizan para esto, para qué se organizarán después”. He aquí, estimado lector, la razón de porqué el deporte en México está como está.

Pero supuestamente ya no tenemos régimen corporativo; supuestamente. En fin, soluciones hay muchas, pero es imperdonable no tener al deporte como parte integral del sistema educativo. Para hacer ciudadanos. Hacerlo sería un signo inequívoco de que, realmente, entramos a una especie de “transición” democrática.

Termino con una hipótesis del porque de la fama social del deportista destacado. Para ello recurro a tres fuentes: la primatología, Nietzsche y la antropología física. El mono alfa, se nos dice, es el eje del orden jerárquico de la manada. Esto hace pensar en la “ley del más fuerte”. Lo que se olvida es que el mono alfa se enfrenta al puma cuando este acecha a la manada. Ser el líder no sólo significa tener privilegios, ni siquiera entre los changos. La verdad as que, a pesar de los juegos de poder propios de la manada, generalmente los miembros de la misma no se están peleando, al contrario, se están acicalando mutuamente (grooming), toquetéandose y acariciándose. Aquí se va por el caño el “estado de naturaleza” del señor Hobbes. Nietzsche define lo que es ser “noble”: aquél que se arriesga a dar la vida. Digámoslo de otro modo: el que se enfrenta al puma. La antropología física nos habla de cómo vivían y se comportaban los clanes homínidos, nuestros ancestros, incluidos los sapiens sapiens, cuando vagaban nómadas, recolectando y cazando. De pronto se encuentran entierros rituales donde es fácil observar que el líder muerto era apreciado por la comunidad. Muy apreciado. Y como no, mono alfa o líder, organizaba no sólo la defensa del clan o manada en contra del felino predador, sino también a los escuadrones de cazadores que llevarían la comida a la comunidad. Es el origen de la casta de los guerreros, los futuros nobles en las sociedades sedentarias. De ahí surgen las clases y las castas, el culto a los ancestros, los penates romanos. Kant pensó que todo ser humano ama la paz. Que las guerras entre hombres y naciones terminarían algún día y que llegaría la “paz perpetua”. Pero si esto aconteciera, ¿qué hacer con los guerreros? Sostengo que son los deportistas. Ir a festejar una victoria al ángel de la independencia, al Coliseo Romano (ahí se festejó el último campeonato mundial), a la fuente de Las Cibeles, etc., refleja la misma conducta de algarabía que tenía el clan cuando lograba la victoria en contra de otro clan o en contra del mamut: los héroes eran vitoreados. Son conductas muy arraigadas en lo más profundo de nuestros circuitos cerebrales. Pero hay que eliminar a la guerra del mundo. Ya no la queremos. Ya sabemos que tiene un sustituto: el deporte organizado. Una manera de canalizar los impulsos del primate para lograr la paz que Kant quería. Por supuesto, mucho es lo que falta.

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Este artículo fue publicado en el sitio web de La Jornada hace tiempo. Para futuras referencias o datos más específicos (como fecha o nombre del autor) se puede encontrar fácilmente en el sitio web antes mencionado bajo el título de “Deporte, ciencia, sociedad: por qué no ganamos”.

4 comentarios:

  1. Pues como plantea el autor... "Su imaginación tiene límites? espero que no", si se puede soñar, se puede crear... con esfuerzo y trabajo de todos, pero podemos llegar a ese pais ideal, no hoy ni mañana, pero en años creos que si y llegar a ser (ademas de mejor pais con mejores personas) una potencia mundia ldeportiva ;)

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  2. Pues si, el problema es que la "élite" mexicana piensa que ni el deporte, ni la ciencia, ni las artes son importantes. Lo importante es lo que "deje dinero"

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  3. que chido me agrado que pusieran esto

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