La importancia del deporte

De vez en cuando hay que leer el periódico o ver el noticiero, creo yo. Y de vez en cuando lo intento hacer. Hace rato estaba leyendo algunas secciones y artículos de cierto periódico mexicano en internet y llegué a uno que me pareció bastante interesante. Es un artículo que habla sobre por qué no ganamos medallas en los juegos olímpicos ni mundiales de futbol y cómo repercute esto en la educación. Dada la trascendencia que le encontré, Lágrimas Rosas pidió permiso para postearlo en este blog porque, al final, la información valiosa creo que debe difundirse.

Si no te gusta el deporte, querido lector, no te preocupes, no sólo habla de eso. Además, considero que todo mexicano (y latinoamericano en general) debería saber lo que se expresa en este artículo, a manera de estar un poco más informados.

Si por el contrario, te gusta el deporte, creo que lo encontrarás muy interesante.

Saludos…

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Deporte, ciencia, sociedad: por qué no ganamos
Imaginemos un país en donde cada escuela preparatoria tuviese un equipo de futbol. Después, que en cada ciudad de cada estado de ese país imaginario, hubiese un campeonato entre los equipos de futbol de las preparatorias. Sería para tener el campeón de la ciudad. Que cada equipo tuviese un entrenador graduado de la Escuela Normal Superior en “educación física” y cursos de especialidad en futbol. Podrían ser muchos exfutbolistas. Que los equipos campeones de cada ciudad jueguen un campeonato para sacar al campeón estatal de futbol. Que de ahí se saque la selección estatal con los mejores jugadores. Y que al final, este país imaginario, tuviese un campeonato nacional de futbol con todos los campeones estatales. Que los medios lo difundieran y le dieran importancia. Que la cantera para la selección de futbol sub 17 saliera de los mejores jugadores de ese campeonato. Que las canteras de los equipos profesionales busquen de ahí parte de sus fuerzas básicas.

Sigamos imaginando. Que los mejores jugadores, una verdadera selección, tuviesen beca asegurada para entrar a la universidad de sus estados. Y que ahora este país imaginario tuviese un campeonato colegial interuniversitario y nacional de futbol. Que los entrenadores a este nivel sean entrenadores acreditados. Imaginemos la audiencia que este campeonapo tendría en los medios masivos de comunicación. Imaginemos que del seleccionado de los mejores jugadores de este campeonato interuniversitario salga la cantera para la selección sub 20 así como las canteras de los clubes semiprofesionales y profesionales.

Imaginar y soñar no cuestan nada. Así que sigamos. Imaginemos que después de haber seleccionado a lo mejor de lo mejor a nivel nacional, la liga profesional saca de ahí a sus mejores jugadores. Llega entonces el momento de cumplir con su cometido a la ciencia y a la tecnología, sacadas de las mismas universidades con gran capacidad de investigación e instalaciones. Que nutriólogos, kinesiólogos, médicos del deporte, fisiólogos, bioquímicos y psicólogos sigan caso por caso a cada miembro del seleccionado nacional. Que a cada uno le digan cual es su problema al patear el balón, que a cada uno le digan, de acuerdo a su especialidad (carrilero, defensa central, medio de contención, de ataque, creativo, delantero, etc.) y después de ver sus actuaciones, qué músculos tiene que trabajar, cómo llegar en óptima condición física y psíquica, como perfeccionar sus habilidades, como entrenar para evitar lesiones. Seguido de mediciones tales como consumo de oxígeno en reposo, durante el máximo esfuerzo, capacidad aeróbica, acumulación de ácido láctico y otros metabolitos, gasto cardíaco, masa muscular, lípidos en sangre, ecocardiogramas, etcétera. En otras palabras, dejar a los mejores aún mejor. Talento más ciencia es igual a eficiencia. Esto ya se hace se me dirá. La diferencia estaría en que estaríamos siguiendo a los muchachos desde la preparatoria, generación tras generación.

Le pregunto amable lector, ¿tiene límites su imaginación?, yo creo que no, así es que yo no voy a parar. Este país imaginario haría lo mismo para cada deporte, no sólo el futbol. Tendría muchachos y muchachas practicando basquetbol, beisbol, carreras de velocidad y de fondo, casi cada muchacho y muchacha estaría practicando un deporte, por la sencilla razón de que este imaginario país considera que el deporte es parte integral de la educación. Como en la antigua Grecia, paradigma de occidente.

¿Educación? Pues claro, el civismo, el verdadero, el que se usa todos los días, el que disminuye realmente los niveles de corrupción, el que hace que los ciudadanos tengan respeto por la ley, no se aprende leyendo la Constitución, aunque es recomendable, tampoco oyendo peroratas en un salón de clases. El verdadero civismo, la civilidad, el ser ciudadano, en fin, la civilización, se aprenden jugando un deporte: Qué es una falta, qué está permitido, qué es un juez o arbitro, qué son las reglas, por qué son necesarias, por qué hay que respetarlas, por qué hay árbitros o jueces, por qué hay que respetar sus decisiones, qué significa competencia limpia, ni más ni menos lo que forma el verdadero cimiento de toda la cultura democrática. Todo esto se aprende rápido y bien, en la práctica, jugando un deporte.

Lo que acabo de describir no es una utopía. Esa infraestructura deportiva existe en muchos de los países con los que competimos. Los países más poderosos con los que competimos lo tienen claro.

Ahora imaginemos un país que no tenga una infraestructura deportiva decente: fallará en todo eso que el deporte enseña. Su deporte será presa de estructuras corporativas y amafiadas ligadas a los poderes económicos fácticos, tales como “las confederaciones” y las “televisoras”. Aun que se tengan buenos jugadores, estos se seleccionaron entre unos cuantos, no entre todos los talentos potenciales del país. Se desperdicia la ventaja de tener más habitantes. No se seleccionará muchas veces a los mejores si no a los “apalancados”. Su deporte enseñará a los ciudadanos lo contrario a la competencia limpia y el respeto a las reglas: “rudo y cursi”. Ahora le pregunto a Usted, estimado lector, ¿cuál de los dos países cree que ganará el campeonato mundial? Adivine.

Cuando un padre le llevó su hijo, un chico problema, a Theodore Samuel "Ted" Williams, para pedirle un autógrafo, dice la leyenda que a la queja del padre, el famoso Ted respondió: “¿quiere hacer de su hijo un caballero? dele un bate de beisbol.” La “enseñanza por competencias”, tan de moda hoy en día, hace mucho que se practica durante el proceso enseñanza-aprendizaje de cualquier deporte aunque no se le llamara así.

¿El deporte parte de la educación integral? Pues sí. Junto con la educación artística, los deportes hacen hombres y mujeres íntegros, esto es, que aparte de la educación especializada que cada quien tiene que obtener para ganarse la vida, ser ingeniero en…, ser experto en…, ser especialista en…, hay una educación que todos tienen que tener para poder formar una sociedad civil fuerte, para poder tener líderes de primer nivel que puedan trabajar en equipo y comunicarse. Otro día hablaremos del arte y la cultura, por razones obvias, y en previsión de la enésima frustración que se avecina, hoy toca hablar del deporte.

Mente sana en cuerpo sano. ¿Qué pasa con el país que no invierte mayor cosa por tener una infraestructura deportiva decente? Obesidad infantil, comida chatarra, mucho consumo de refrescos con azúcar, diabetes. Le será difícil ganar medallas en las olimpiadas. Los costos en los sistemas públicos de salud serán cada vez más estratosféricos, miles de veces mayores que lo que hubiera costado tener la infraestructura deportiva decente. Le será difícil ganar campeonatos mundiales de lo que sea. Su gente vivirá, como dijo Samuel Ramos, en un continuo complejo de inferioridad y tenor autodenigratorio, siempre admirando al extranjero y lo extranjero. Lector, compara ese triste país con el primero, pero no para autodenigrarte, compáralo para estar consciente `e que tenemos un mal gobierno y unas instituciones defectuosas, nada más. Pues no somos inferiores y te lo voy a demostrar. ¿Qué deporte está organizado en nuestro país a la manera que describimos arriba? El Tae Won Do. Gracias a que los coreanos vinieron y lo organizaron a nivel nacional e internacional para nosotros. Un regalo. Gracias Corea. Y qué tal, en ese deporte sí ganamos medallas. La infraestructura no la costea el gobierno, sino los padres de familia que llevan a sus hijos a las escuelas de Tae Won Do. Tenemos cientos de esas escuelas. Un ejemplo de sociedad civil independizándose de un gobierno inepto. Solo al final, entra el CEDOM a hacer de las suyas y dejarnos ver, a veces, hechos penosos, como que fulano tuvo que pagarse el viaje él solo, y nos trajo una medalla.

Tampoco hay que olvidar que, a nivel infantil y juvenil sí hemos ganado campeonatos mundiales: uno de futbol y varios de beisbol. ¡Imaginemos que no haríamos si contáramos con la infraestructura deportiva adecuada a nivel nacional!

Ahora imaginemos un país colonizado mentalmente: el único deporte verdaderamente organizado a nivel universitario y nacional es el ¡futbol americano! O sea, de que se puede se puede, pero qué terrible, ninguno de los deportes más populares tiene el mismo nivel de organización. ¿Por qué el futbol americano sí? Si el lector hace un ejercicio mental y contesta esa pregunta se explicará cantidad de cosas acerca de cómo se estructura el poder en México, de por qué tenemos la desigualdad que tenemos, del egoísmo y racismo de la élite. Digámoslo sin ambages: ¡se terminó haciendo dos ligas!

¿Pero educación integral? ¿No es algo exagerado? Bueno, aparte del civismo mencionado más arriba, hacer un deporte te enseña a trabajar en equipo, a saber que tu trabajo, en tu posición, es esencial para que tu equipo sea ganador, y que por lo tanto tienes que entrenar y trabajar para rendir al máximo. Si lo haces bien, la autoestima sube al cenit y lo más importante: nunca te abandonará. Si todos tus compañeros hacen lo mismo y si tu entrenador elije la estrategia adecuada, es más probable ganar. Cada quién tiene que hacer su papel lo mejor que pueda en el equipo. Y si pierdes no hay problema, pierdes consciente de haber hecho tu mejor esfuerzo. Aquí es importantísimo saber que no perdiste porque hubo “chanchullo”, en cuyo caso, tu visión de la vida cambiaría de manera radical.

Si no viviste todo esto, es decir si nunca jugaste algún deporte, vas a necesitar muchísimas conferencias de “estructura organizacional”, de “liderazgo” y “competitividad” para poder hacerla en la futura compañía o institución que te de empleo. Si sí jugaste un deporte, todas esas conferencias en los hoteles de Polanco no tienen que enseñarte nada, ya sabes cómo. Claro que si logras triunfar en la política no necesitarás nada de eso en este país, sólo te perjudicará y creará culpas cuando te sirvas con la cuchara grande, haciendo de tu país, un perdedor.

Para lograr ese aprendizaje, desde la Grecia antigua hasta nuestros días, no tienes que ser campeón, ni ser de los seleccionados mencionados más arriba. Ellos, los campeones, formarán las canteras de los equipos que luego serán profesionales o que irán a las Olimpiadas, pero no se necesita ser uno de ellos para aprender todo lo anterior, si no que basta jugar algo alguna vez en la vida. De alguna manera, en los países que sí tienen una infraestructura deportiva, la élite empresarial aprende qué significa una “inversión de largo plazo” y para qué sirve la “educación pública” por la que pagan impuestos, asiste de manera directa a la formación de ciudadanos. Esto los hace más propensos a hacer inversiones de largo plazo en otros rubros, tales como ciencia, tecnología e innovación. Grandes donaciones se destinan a las universidades norteamericanas, por ejemplo. El país colonizado importará las transmisiones de los campeonatos colegiales del otro país, pues él no tiene.

El deporte profesional de buena calidad es un gran negocio, el deporte no profesional forma personas que sabrán trabajar para mejorar sus compañías, instituciones y gobiernos, forma muchos ciudadanos que saben por qué es mejor seguir las reglas y qué significa vivir en un Estado de Derecho. El deporte organizado es una de las evidencias fácticas a favor de las teorías políticas contractualistas. Cada vez que nace o se organiza a nivel nacional un deporte, hay una especie de “Contrato Social”. La mayoría de los deportistas escolares no serán nunca deportistas profesionales, aunque sí serán gente que sabrá trabajar en equipo para el bien de su empresa o de la institución que los empleé. Sabrán qué es la competencia limpia aunque nunca deje de haber corruptos. Cuando menos cuando los atrapan están conscientes de que hicieron trampa.

En el deporte profesional cada equipo es una empresa y los jugadores son “especialistas” en jugar ese deporte. Los demás, que tenemos otras “especialidades”, y trabajamos en otras cosas, sabemos que el deporte es sólo una metáfora de la vida, cada uno aprendimos lo que sabemos hacer y vivimos de ello tal como lo hacen los deportistas profesionales. Así como a un arquitecto o a cualquier profesional o trabajador se le admira por lo bien que hace su trabajo, así también se admira a los deportistas profesionales, o a los artistas profesionales, sean virtuosos de un instrumento musical, sean escritores o actores. Claro, algunos deportistas y artistas se convierten en “estrellas” sociales. Son mucho más admirados y alcanzan mucho más fama que los ingenieros o los científicos, aunque estos últimos obtengan el Premio Nobel. El deporte siempre ha formado parte del espectáculo. Una piedra guarda los nombres de los campeones olímpicos del año 776 a.C., aún admiramos a Fidias y su lanzador de disco.

¿Cuánto costaría tener una infraestructura deportiva decente y libre de corrupción? Desde el punto de vista del capital, casi nada. Tenemos, virtualmente, todo lo necesario. Costaría menos que las camionetas nuevas de los diputados y los aviones de los gobernadores, pues básicamente se trata de organizar competencias. Los campeonatos universitarios de varios deportes tendrían audiencia en los medios masivos de comunicación; he ahí una fuente de ingresos económicos para las universidades. ¿Por qué entonces no hemos intentado la susodicha infraestructura? Quizás lo hayamos intentado. El problema está en lo de “libre de corrupción”. No sé cuánto costaría, pues la corrupción es parte de un círculo vicioso social parecido al de la pobreza: “no puedo actuar de otra manera pues no se actuar de otra manera”. Aquí viene la micropolítica, un concepto similar a la microeconomía: en cada nivel de organización tiene que haber un balance de poderes, pesos y contrapesos y rendición de cuentas. Saber de esto sólo puede obtenerse a base de la educación. Una organización fractálica o modular de minicontratos sociales a todos los niveles. Hasta sorprende que otros países ya la tengan, es más, que sepan que nada puede organizarse sin pensar en eso: la autogestión, la auto-organización, la cooperación. Otra solución no se me ocurre. El no estar conscientes de eso es quizá una de las causas del fracaso en un país donde todavía hay “acarreados” y cualquier demagogo hace historia.

Y sin embargo hay otra razón para no tener una infraestructura deportiva decente y libre de corrupción. Aunque odio las teorías conspiratorias, en este caso me temo que se trata de evidencia sólida: la razón es porque mucho tiempo vivimos, y quizás todavía lo hacemos, bajo un régimen que: a) no le interesa que la gente se auto-organice, no le interesa tener una sociedad civil fuerte, le tiene miedo. Todo tiene que canalizarse mediante estructuras corporativas y líderes charros o clientelares; de ahí la versión mexicana de las “confederaciones”. El mismo atole con el dedo se le ha dado a toda forma de auto-organización ciudadana y b) nuestra cobertura universitaria es precaria, nuestros atletas no salen, en gran medida, del sistema educativo formal. Esto es otra acepción de la llamada “informalidad”, característica de las economías con fallas estructurales tales que, no pueden proporcionar educación y empleo a aquellos que los demandan. Para solventar ese problema, muchos países decidieron hacer de sus equipos escuelas, a nivel juvenil. El equipo Pachuca es nuestro ejemplo, en imitación a los clubes argentinos. Otra solución es que los equipos sean verdaderos clubes, no la propiedad de alguien, esto es, sociedad civil auto-organizada, con socios que compran gran parte del boletaje y pagan cuotas y cuyos hijos asisten a las fuerzas básicas del club. Algunos equipos eran así, hasta que llegó un poderoso y se los agandalló. El régimen corporativo siempre inhibió todo lo que pudo ese tipo de organización social: “si se organizan para esto, para qué se organizarán después”. He aquí, estimado lector, la razón de porqué el deporte en México está como está.

Pero supuestamente ya no tenemos régimen corporativo; supuestamente. En fin, soluciones hay muchas, pero es imperdonable no tener al deporte como parte integral del sistema educativo. Para hacer ciudadanos. Hacerlo sería un signo inequívoco de que, realmente, entramos a una especie de “transición” democrática.

Termino con una hipótesis del porque de la fama social del deportista destacado. Para ello recurro a tres fuentes: la primatología, Nietzsche y la antropología física. El mono alfa, se nos dice, es el eje del orden jerárquico de la manada. Esto hace pensar en la “ley del más fuerte”. Lo que se olvida es que el mono alfa se enfrenta al puma cuando este acecha a la manada. Ser el líder no sólo significa tener privilegios, ni siquiera entre los changos. La verdad as que, a pesar de los juegos de poder propios de la manada, generalmente los miembros de la misma no se están peleando, al contrario, se están acicalando mutuamente (grooming), toquetéandose y acariciándose. Aquí se va por el caño el “estado de naturaleza” del señor Hobbes. Nietzsche define lo que es ser “noble”: aquél que se arriesga a dar la vida. Digámoslo de otro modo: el que se enfrenta al puma. La antropología física nos habla de cómo vivían y se comportaban los clanes homínidos, nuestros ancestros, incluidos los sapiens sapiens, cuando vagaban nómadas, recolectando y cazando. De pronto se encuentran entierros rituales donde es fácil observar que el líder muerto era apreciado por la comunidad. Muy apreciado. Y como no, mono alfa o líder, organizaba no sólo la defensa del clan o manada en contra del felino predador, sino también a los escuadrones de cazadores que llevarían la comida a la comunidad. Es el origen de la casta de los guerreros, los futuros nobles en las sociedades sedentarias. De ahí surgen las clases y las castas, el culto a los ancestros, los penates romanos. Kant pensó que todo ser humano ama la paz. Que las guerras entre hombres y naciones terminarían algún día y que llegaría la “paz perpetua”. Pero si esto aconteciera, ¿qué hacer con los guerreros? Sostengo que son los deportistas. Ir a festejar una victoria al ángel de la independencia, al Coliseo Romano (ahí se festejó el último campeonato mundial), a la fuente de Las Cibeles, etc., refleja la misma conducta de algarabía que tenía el clan cuando lograba la victoria en contra de otro clan o en contra del mamut: los héroes eran vitoreados. Son conductas muy arraigadas en lo más profundo de nuestros circuitos cerebrales. Pero hay que eliminar a la guerra del mundo. Ya no la queremos. Ya sabemos que tiene un sustituto: el deporte organizado. Una manera de canalizar los impulsos del primate para lograr la paz que Kant quería. Por supuesto, mucho es lo que falta.

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Este artículo fue publicado en el sitio web de La Jornada hace tiempo. Para futuras referencias o datos más específicos (como fecha o nombre del autor) se puede encontrar fácilmente en el sitio web antes mencionado bajo el título de “Deporte, ciencia, sociedad: por qué no ganamos”.

Punto de ebullición

Y todo mientras hervía el agua. Todo, absolutamente todo, pasa mientras hierve el agua. No tomaré más té, más café soluble, más mate. Compraré un garrafón. Veinte litros. Que no hierva más agua. Que se ahogue. La puta madre que la parió.

Y tan fácil que me parecía golpear las letras en la máquina de escribir. Y tanto que me lastimaban. Tanto como cuando te quemas la lengua con agua hirviendo, y te queda una marca por unos días. ¿Se queman las papilas gustativas? No sé, pero nada sabe igual durante unos días. Así. ¡Claro! Por eso aventé la puta máquina contra la pared, por culpa del agua hirviendo, y la puta que la parió.

Por eso me voy caminando, casi corriendo. Escapo. Huyo. Me voy a la puta mierda de aquí. Porque mientras hierve el agua la vida se transforma, nos convertimos en seres incomprensibles, nos inventamos en otros lados, lejos de nosotros mismos. Nos involucramos los unos con los otros, y aprendemos a querernos para empezar a odiarnos.

Ya. Me voy. Me llevo las hojas que escribí.

Las releo. No completas. ¿Para qué las releería completas?

"/Una vez más siento la necesidad de respirarte en los espacios más oscuros/." Me fui a la mierda con eso. Al carajo. A la puta madre. Ahí se acabó. Ya vi que aceleré el paso, que hago muecas de incomodidad, de sufrimiento, de querer llorar y bancármela para demostrarme lo fuerte que soy sin ti. Imposible. Un idiota. ¿Por qué querer vencer lo invencible? Por lo mismo que nos enamoramos.

"Porque a pesar de todo, /cualquier estación para mí es primavera con vos/. Porque valgo algo cuando estoy contigo /pero cuando te vas me dejás con la más dulce pena matándome adentro, y un otoño vacío en el centro que sólo se llena con un poco más de tu esencia en las venas/."

Un navegante con rumbo perdido, un náufrago. Porque lo quiero todo. "Porque /me han dicho que hay un lugar donde el sol del mediodía no quema/."

Y como buen navegante quiero encontrar más islas ahora que tengo mapa, ¿verdad? Como buen navegante quiero conocer más y más pero no quiero irme de la isla en la que tú estás. Y ahora no sé qué pasa. No sé qué prefiero. Porque me voy y me quedo, porque tal vez /prefiero naufragar en este mar de corcheas locas de atar, hasta tus besos olvidar/.

Esa basura que te escribí no sirve para un carajo. No sirve, es inútil, es sólo eso: basura. Alguien debería de reciclar esas hojas y hacer que valgan de algo.

Significarían algo si no hubiese hervido el agua. Si no me hubieras llamado para decirme "adiós, buena suerte y hasta luego", dejándome con las hojas a medio escribir, culpándome a mí mismo, con el café casi listo y el agua hirviendo, en su punto de ebullición. Pero ahora no significan nada, porque me quemé. Me quemé la lengua. Por un tiempo no voy a distinguir sabores. Y duele. Como su chingada madre que duele.

Si el agua no hubiera hervido habría café, tendría mi máquina de escribir y una carta en tu buzón. Pero hirvió. Y ahí se acabó. La puta madre que la parió.

Incertidumbre

De nuevo ha oscurecido.
En el espeso camino
pasé a ser un oscuro vagabundo.
Mi alma hace mucho que ha cambiado.

No puedo llegar a casa.
Sólo pensar en ello me aterroriza,
no puedo volver a la tortura.
La tortura de que no me llegue mi hora.

La muerte no parece llegar.
Llevo años esperándola
pero no me quiere llevar,
no me parece encontrar.

¿Por qué quiero morir?
Porque el cuervo no me dejará en paz.
Me atormenta que no deje de repetir:
"¡Nunca más!"

No deja en paz mi soledad.
¡Ya no quiero recordar!
Sé que nunca volverá,
pero no la puedo olvidar.

Ya no puedo esperar.
La incertidumbre es mi agonía.
Quiero estar con ella,
y tendrá que ser en la otra vida.

No puedo volver con el cuervo,
sólo me recuerda que aún no he muerto.
En el infierno de sus ojos,
morir es algo incierto.

Cualquier muerte es mejor que seguir sufriendo
la coexistencia con el cuervo.
Sólo quiero que Dios escuche lo que le imploro:
"Llévame con ella, déjame tomarla de la mano"

Pero estoy condenado a agonizar en el tormento,
una agonía que parece no encontrar descanso.
Aquel cuervo no se irá nunca de mi lado...
Nunca se alzará... ¡Nunca jamás!

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Tributo a Edgar A. Poe

Todos tenemos a nuestra Lenore.

12 de noviembre

Me prometí escribirte las letras necesarias cada día que pasara sin tu compañía. Es de madrugada y solo han muerto unas horas desde que sentí tus labios por última vez, te dije hasta pronto y salí corriendo sin mirar atrás. Pero las palabras no pueden esperar un segundo más, fluyen rápidamente y se despiden del duro colchón para evocar tiempos mágicos e inolvidables.
Para ti:
El pelón merodeaba a través de su habitación verificando que no faltara nada para la travesía que emprendería junto a su amada mujer de chocolate al salir el sol. Intentaba dormir pero le era imposible, sentía una emoción tan extrema que ni el somnífero mas potente lo podría tumbar. Por fin llegó el nuevo día y al escuchar el relinche de una yegua, bajó corriendo las escaleras ansioso de encontrar a su amada jineta, la más audaz de la ciudad. Ella no podía montar sin sus lentes de Mickey Mouse, aquellos que reflejan la torre de Pisa y resguardan esa mirada tan dulce. Galoparon rápidamente rumbo al campo escuchando el canto del imperio del sol. El pelón jugaba emocionado con una cajita cuya función era congelar imágenes y conservarlas por siempre; mientras ella ansiosa por refrescarse hacía jadear a la blanca potranca que comenzaba a disminuir su veloz ritmo. El camino era larguísimo, subían, bajaban pero no llegaban. Al vislumbrarse su destino, dejaron al animal en las caballerizas y corrieron para ajustarse sus bañadores. La mujer de chocolate acostumbraba tardarse mucho tiempo en arreglarse, algún día pasó mas de cinco horas acariciando su cabello igual que la princesa austro-húngara Sissi. Pero esperarla valía la pena, cuando salió del vestidor, él estaba tan impactado con semejante belleza que perdió el sentido de la vista durante unos minutos pudiendo recuperarlo sólo después de aventarse un clavado y llegar al fondo de la poza azul. Ella disfrutaba mucho que la acariciara el sol, así que se sumergió aguantando la respiración un tramo larguísimo para llegar al islote verde y dejarse caer como una iguana. El pelón la alcanzó y tras recuperar la vista lo primero que vio fueron los hermosos pies de su amada, le gustaban tanto que al secarse les tomo una foto para nunca olvidarlos. El pelón tenía los pies planos y gordos, cuando los niños los veían se abalanzaban a mordidas confundiéndolos con tamales. Su siguiente escala era visitar al respetado Borbollón, un anciano que escupía burbujas durante el día y la noche y al cual no cualquier mortal se atrevía a saludar lanzándose como una flecha para ganarse su respeto.
Ante la mirada omnipresente del viejo romanceaban infantilmente, amargado por el pasar de los años recordó a su antiguo amor la lluvia y sopló tan fuertemente que los encauzó entre el caudal del río para iniciar su travesía, tras ser arrastrados por la fuerte corriente intentaron oponer resistencia enterrando sus dedos entre las piedras, pero la mujer de chocolate se dejó llevar intencionalmente por la marea de agua dulce para que el pelón la atrapara entre sus brazos, meciéndola y besándola apasionadamente y sin testigos. Al terminar el majestuoso intercambio de saliva, ella descubrió un insecto saltarín que habitaba en el cráneo del pelón, fue así como conoció a Margarito quien existía sólo para sus ojos y se convirtió en un querido amigo. El agua enfriaba y las pieles de los amantes se erizaban, justo cuando pasaban debajo de uno de tantos puentes colgantes, escucharon el rugido de un drakkar vikingo, sentado en la proa vieron a un gigantesco hombre peludo que animaba a su joven tripulación a remar sin cesar para llegar al fuerte, su voz era tan estruendosa y temible que las aves presentes volaron despavoridas y no regresaron al río jamás. La mujer de chocolate nadó sigilosamente a la orilla para evitar ser vista y corrió hacia un campo inmenso de pasto, donde jugaban al futbol los habitantes locales. El pelón la persiguió y al toparse con las porterías improvisadas recordó sus sueños de ser el mejor futbolista del mundo y después narrar los goles de las grandes leyendas. Amaba tanto el deporte llegó a llorar conmovido por las hazañas de su ídolo ficticio Patrik Kovak, un delantero alemán que cargaba con su equipo a cuestas en los momentos clave y era amado por la tribu. Éstas visiones las tenía mientras se enjabonaba en la regadera o al llegar al clímax las discusiones políticas entre su padre y su abuelo. Corriendo descalzos por el pasto sintieron la presencia de un enjambre de mosquitos poco amigable y sediento de sangre. Ella se abalanzó a su espalda, y más rápido que un caracol retornaron a la orilla. Del otro lado del río unos aborígenes cantaban alrededor de un columpio de madera en forma de ritual. Al acercarse el pelón y la mujer de chocolate, los cuatro huyeron hacia la selva sintiéndose amenazados. Las cuerdas abandonadas prometían diversión extrema y adrenalina pura, cuando ella se subió inflaba sus cachetes y era perseguida por el lente de la mágica cajita de su madre. El pelón se imaginaba en sus futuras aventuras captando el escenario natural de fondo y a su bella musa como modelo. Las figuras mas bellas de esa tarde fueron las capturadas tras el primer vaivén. Antes de que sus estómagos fueran perforados por el hambre decidieron subir al puente principal y unir sus almas y cuerpos en un instante eterno, sus huellas en ese sitio persistirán. Tanto reir, nadar, correr y jugar los fatigó y el sol se encargó de dorarlos, era hora de partir para comer. Se montaron en la yegua y al emprender el vuelo levantaron el polvo y se perdieron lentamente en el cielo. Hasta la fecha no han regresado al paraíso que encontraron, pero saben que solo ahí el aire está impregnado de fantasía y la tierra regada de felicidad.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Eterno Retorno

(Para pensar un poco…)

En vista de que últimamente no ando muy inspirado y no se me ocurre nada nuevo, he decidido escribir sobre alguna idea que me guste o que me intrigue especialmente. De todas formas un cambio de aires nunca es malo. Pero bueno, hace rato que leí sobre el tema del que voy a escribir, así que cualquier corrección o crítica constructiva es bienvenida. El tema es el eterno retorno, (o lo que yo recuerdo de él jaja)… Empecemos.

Supongamos que hay una partícula muy muy pequeña y muy muy densa en el centro de la nada. Un día, las fuerzas de repulsión que tiene esa partícula son tan pero tan grandes, que al no poderse “contener” más, provocan una gran explosión de la cual se va a liberar muchísima energía y materia que, tiempo después, formará todo lo que conocemos, (incluyéndonos). A este fenómeno vamos a llamarle “Big Bang”... (todos lo conocemos).

Entonces ocurre el "Big Bang" y después de mucho pero mucho tiempo, la vida se logra desarrollar hasta formar seres relativamente complejos como tú y como yo. Entonces tú naces y vives tranquilamente durante una minúscula cantidad de todo ese tiempo haciendo cosas que crees que son importantes.

Cuando mueres, eventualmente el universo sigue su curso sin ti, como si nada hubiese pasado. Pero supongamos que el universo también tiene una vida o “ciclo”, como lo quieras llamar. Así que deducimos que el universo, después de aquella gran explosión y después de haberse expandido durante mucho tiempo, comienza a decrecer de igual forma. El universo entonces se va haciendo cada vez más pequeño. Naturalmente llegará el punto en el que se va a “retraer” tanto que se forme una partícula muy muy pequeña y muy muy densa. (Sí, como la del principio).

Deducimos entonces que tarde o temprano esa partícula volverá a explotar y se repetirá el proceso: El universo se expande, nace la “vida”... y el universo se contrae, acaba la “vida”.

Por lo tanto, aunque tal vez las cosas no ocurran del mismo modo, en el segundo universo también existe la posibilidad de que surjan algunos planetas, galaxias y seres vivos parecidos; es decir: si en el primer universo ocurrió todo eso, ¿por qué no va a ocurrir algo similar la segunda vez que éste se expanda?

Ahora supongamos que el tiempo es infinito y que por lo tanto, el universo se expande y se retrae para siempre. Así que ahora tenemos un universo que se está expandiendo y retrayendo infinito número de veces. Un universo que nace y luego muere, nace y muere, nace y muere… Y en cada uno de esos universos, siempre existe la posibilidad de que surja vida.

Entonces pensemos lo siguiente: En alguno de esos universos, ocurrió una combinación de circunstancias que provocó que existiéramos nosotros y la vida que conocemos: nuestros amigos, nuestra familia y nuestra vida en particular. Ahora, ese universo morirá en algún momento, sin embargo, como el tiempo es infinito, siempre van a estar surgiendo más universos y tarde o temprano se va a tener que repetir el nuestro, es decir: volverán a existir nuestros amigos y nuestra familia. Volverás a existir tú, y volveré a existir yo.

En pocas palabras: si siempre van a estar naciendo universos (ya que el tiempo es infinito), en algún momento se va a tener que repetir el nuestro.

Esto significa que durante el resto de la eternidad siempre nacerá alguien como tú, que cometa los mismos aciertos y errores que has cometido, que lea lo que estás leyendo, que piense lo que estás pensando y que muera de la misma forma en que vas a morir, etc, etc.

Volverá a existir otro Newton, otro Nietzche, otro Aristóteles, otro Jesús, otro John Lennon, otra Lady Gaga, otro Chuck Norris… Y todas esas personas volverán a pensar lo que piensan en éste momento - o habían pensado -. Pero bueno, incluso si lo meditamos un poco, ¿quién dijo que es la primera vez que todos existen? Si todo ha surgido infinito número de veces, significa que siempre hemos existido, ¿o no?

Desamor

No hay ninguna manera de volver
a aquellos días en los que te amé.
Sólo me quedo con los poemas viejos
y algún verso incompleto.

Ya no habrá más noches fuera de la ciudad,
o amaneceres que nos tomen por detrás.
Tus manos y las mías no se volverán a cruzar,
ni nuestras almas, juntas, volverán a despertar.

Créeme que no volverás a tomarme de la mano
como solías hacerlo.
Ni siquiera mirándome a los ojos
encontrarás lo que Alguna Vez hubo.

Te perdiste en el tiempo
y ahora quieres recobrar el camino.
Ni aunque me tomes de la mano
haré ese recorrido.

Ya no hay vestigios en mi aura
de que alguna vez hizo el amor con la tuya.
Alguna Vez crecieron hasta volverse una,
pero he decidido mantenerlas separadas.

Hace poco te escribí un verso.
Decía que Alguna Vez te había amado.
Y nunca volveré a hacerlo,
no volverás a abrirte paso dentro.

Quisiste que nos adentraramos en éste laberinto,
pero tomaste un camino distinto.
Ya no podrás encontrarme,
nunca volveré a amarte.

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Todos tenemos alguien a quien dejar de amar.