Cambio perpetuo

El segundero me taladra los oídos, cada grano tocará el fondo y habrá que voltear nuevamente el reloj. Éste pensamiento sobre su durabilidad ha martillado a mi ser desde hace algunos meses, le grito hasta perder la voz que regrese pero mis aullidos se pierden en el viento, jalo la correa en busca de frenar su avance y me azota, susurra en mi oído recordándome quien es el esclavo.

Decidí olvidarlo, dejar de presionarme por su yugo. Ignorar su existencia y combatirlo exprimiéndole cada segundo. Pensar en las posibilidades infinitas de acción y su escasez me dilataron las pupilas, nunca sabré en que parte del camino estoy, sólo se que llegaré a toparme contra un muro incoloro que me desintegrará para siempre y me borrará. Seré uno de millones que vivieron, pensaron y murieron.


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