Y dime, tú,
¿Por qué debo morir cada amanecer
solo con mi soledad?
Sabiendo que ella me ama
como yo a ella,
sabiendo que ella me extraña
como la noche a las estrellas.
Aún tengo el perfume de su ser
impregnado por toda mi piel,
busco en mis labios esos besos
que me dio esa noche bajo los cielos
y es que esos besos son los únicos recuerdos
que de ella me han quedado.
Ahora que no está,
siento su ultima caricia
como un beso en la distancia
y es que el destino me la ha robado,
la extraño demasiado,
como si nunca la hubiera siquiera besado,
soy una víctima mas de ese infierno
al que todos ciegamente llamamos amor.
Yo era suyo, ella era mía,
tan solo quisiera ver sus ojos
y ver mi reflejo en ellos,
saber que por siempre será mía.
Pronto volverá, lo sé
pero cada segundo sin ella me mata.
Su ausencia es cada vez mas insoportable,
y no me queda mas que esperar a su llegada.
Cada mañana me asomaré al horizonte
esperando que la distancia se acorte.
Cada noche por sus besos lloraré
hasta que la distancia deje de matarme.